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El 'nüshu'

En Occidente abundan las revistas femeninas, las películas de mujeres que se dirigen a mujeres, los libros para mujeres escritos por mujeres. También acaban de aparecer en España guías de viaje destinadas exclusivamente al gusto y la curiosidad de las mujeres. Lo que no se conoce -¿todavía?- en nuestra cultura es un lenguaje, escrito y oral, que sólo entienden las mujeres.Éste es el caso, sin embargo, del llamado nüshu (escritura de mujeres), que aún se emplea, aunque residualmente, en el condado de Jiang Yong, al suroeste de la provincia china de Hunan. Los caracteres de esta escritura son distintos a los ideogramas oficiales porque proceden de un dialecto estanco en la ciudad de Shangxiangxu y porque su empleo, en bordados y trazos de pincel sobre abanicos, le han conferido una morfología filosa, efecto de las agujas y el soporte textil. De hecho, su aspecto es tan fino y quebrado que las mismas mujeres la llamaron "escritura de insectos" y no nüshu, que es la denominación de los investigadores. Entre ellos, Ilaria Maria Sala, una joven italiana afincada en Hong Kong, es acaso la última persona que se ha interesado sobre el origen, la razón y la permanencia de esta forma de comunicación que excluye a los hombres.

En la leyenda de la aparición del nüshu se narra la historia de una joven nacida en tiempos de la dinastía Song y seleccionada para ser concubina del emperador. Su terror ante lo que le esperaba en la corte, sus soledades, amarguras y desconciertos, sus dolores secretos, los comunicaba a su familia de Shangxiangxu mediante esta grafía, que gradualmente se fue convirtiendo en el lenguaje de confidencia entre solteras o casadas.

Entre las chicas del condado de Yiang Yong existía la costumbre, hasta aproximadamente la llegada de Mao, de formar grupos de amigas que se juraban amor eterno. Se llamaban entre sí "hermanas juradas", lo que significaba visitarse regularmente y compartir su total intimidad por un tiempo indefinido. Un tiempo que se quebraba cuando llegaba el momento del matrimonio. Entonces se carteaban en nüshu tanto para compartir sus recuerdos como para transmitir las penalidades a las que las sometía el marido, que muy, pocas deseaban tener a su lado. Como tampoco, a lo que se ve, lo deseaban ellos. La norma, hasta bien entrado este siglo, era que a partir del tercer día de matrimonio las desposadas regresaban al hogar paterno y apenas compartían con su cónyuge los días festivos y ocasiones extraordinarias. Tan sólo al quedar encintas regresaban al hogar del marido, que era también, como sigue siéndolo hoy habitualmente, el de los suegros. El nüshu les servía para mantener los vínculos amables porque casi todo lo referente a la relación marital les era odioso.

La Revolución Cultural de Mao, en los años sesenta, que tanto hizo por la igualación de la mujer (estimulando su educación, prohibiendo la prostitución, persiguiendo la venta de mujeres y los matrimonios impuestos), arrasó también con el nüshu, pero, todavía hoy, según ha comprobado llaria Maria Sala en Jiang Yong, se borda, se pinta, se escribe y se canta en nüshu. Yang Huanyi, una anciana de 88 años, recuerda que su padre la inducía a aprender los caracteres estándar de China, los hanzi, pero ella consideró siempre que esos signos eran cosa de hombres y dice "yo amaba los de las mujeres". Hu Xianchi, una mujer nacida en 1921 en Kujiacun, otra aldea de Hunan, declaraba que en su juventud tenía siete "hermanas juradas", una de las cuales, a la que llama "mi igual", todavía vive y se comunican en nüshu. Todas las mujeres cuando se casaban lloraban. Ésa era la costumbre en Hunan y en China. Los pañuelos, las sábanas, las mantelerías, las colchas bordadas, las cartas y los diarios en nüshu hilvanan una senda de sollozos, soledad y complicidad femenina en "escritura de insectos", cuyas practicantes, todavía inseguras de ser aceptadas, inseguras de ser comprendidas, se creen una especie apartada del varón.

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