Chantaje al Estado

AL DESMANTELAMIENTO de un zulo, ETA responde con la apertura de otro. Al éxito de las fuerzas de seguridad en la liberación de Ortega Lara y a la alegría generalizada del pueblo -en este caso sí se puede utilizar con rigor el concepto-, los terroristas replican con otro secuestro, esta vez en términos de chantaje directo al Gobierno: o traslada en 48 horas a los presos etarras a las cárceles del País Vasco o matan a Miguel Ángel Blanco Garrido, concejal de Ermua (Vizcaya) elegido en las listas del PP. Con este secuestro, ETA atenta directamente contra la política. En otros términos, contra el Estado.El secuestro de Ortega Lara planteó una amenaza difusa, ante la que no cedió el Gobierno. Todos nos felicitamos del final, toda vez que la Guardia Civil logró rescatarlo con vida. Ahora hay un plazo perentorio, pero estamos, seguros de que las fuerzas de seguridad no renunciarán a la búsqueda. Resulta obvio que ningún Gobierno puede ceder sin más a un chantaje de estas características, pero todo Gobierno está obligado también a defender la vida de todos sus ciudadanos. Incluso en circunstancias como ésta, cuando la amenaza se plantea en unos términos que más parecen un asesinato retardado. Unas prácticas en la que fueron maestros las SS en los campos de exterminio nazis.

Las personas de buena voluntad contenemos la respiración mientras aguardamos otra acción -más difícil todavía- de las fuerzas de seguridad. Sabiendo que los secuestradores han, planteado un todo o un nada de muy difícil resolución en un régimen democrático. Incluso quienes defienden políticamente el traslado de los presos rechazan métodos como éste.