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Reportaje:

Misa al aire libre en la Cuba castrista

El Gobierno de Fidel, tolerante con la Iglesia católica ante la proximidad de la visita del Papa

Jesucristo y Carlos Marx hicieron por fin las paces en Cuba públicamente, el domingo pasado, en la plaza de la Catedral. Fue un pacto muy medido y terrenal. No había ese día en los alrededores de la plaza artesanos vendiendo maracas, ni puestos con llaveros y camisetas del Che Guevara, ni tampoco rosados turistas embriagados por la sandunga del ron con hierbabuena que cada fin de semana se destila por galones en la Bodegita del Medio, a un costado de la catedral, en la calle del Empedrado. Nada de eso. Por primera vez desde 1960, el Gobierno de Fidel Castro autorizó a la Iglesia a celebrar una misa al aire libre con motivo de la festividad de san Pedro y san Pablo, en un nuevo episodio de la luna de miel que viven Iglesia y Estado desde que se anunció que el Pana viajará a Cuba en enero de 1998.Las autoridades comunistas hicieron todo lo que estuvo en sus manos para quedar bien con Dios: trasladaron a los bulliciosos artesanos a la aledaña plaza de Armas; fumigaron y limpiaron a conciencia la de la Catedral, y decretaron la ley seca desde por la mañana en las inmediaciones de la zona. En un ambiente de franca colaboración, también algunos policías de uniforme y de paisano velaron para que la marea de niños pedigüeños y jóvenes de sonrisa ligera que suelen frecuentar el lugar no recalasen el domingo en el improvisado templo público, que acogió a unas 3.000 personas, la mayoría feligreses de carnet movilizados por la Iglesia desde las parroquias.

Todo salió a pedir de boca. A pesar de las nubes mañaneras, no llovió, y el altar, instalado en el atrio de la catedral, quedó sobrio pero elegante, amparado por dos gigantes banderas, una de Cuba y otra del Vaticano.

Al fondo de la plaza, Sobre una de las terrazas de la casa del conde de Bayona, había una gran foto del papa Juan Pablo II, y en el centro, mil sillas plegables. En una estabasentada la viceministra cubana de Relaciones Exteriores, Isabel Allende, y en otra Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central. del Partido Comunista.

Antes, laicos católicos y religiosos habían repartido folletos en los que se informaba a la gente de quién era el Papa. El plegable explicaba que Juan Pablo II -"no es un turista", ni "un político" -"no es de derechas ni de izquierdas"-, ni tampoco es "un remedio mágico". Explicaciones necesarias en un pueblo que mezcla la identidad de los santos católicos con la de algunas divinidades afrocubanas como Changó o Yemayá, y que no da religión en las escuelas desde hace 37 años.

El cardenal de La Habana, Jaime Ortega, ofició la misa y aseguró en su homilía qué comenzaba con ésta la preparación de la visita del Papa. Ortega no dejó de decir muy suavemente que la iglesia cubana era pequeña y no disponía de acceso a los medios de prensa, pero se mostró cuidadoso y conciliador, sabedor que la visita del Papa provoca resquemores en ciertos sectores dentro y fuera de Cuba. "Con cierta sonrisa interna escuchaba hace pocos días que algún grupo cristiano católico tenía reservado en un banco de un país poderoso veinte millones, de dólares para la conquista de Cuba para Cristo en el momento oportuno", dijo. Y opinó: "Primero, a los cubanos la palabra conquista nos suena mal, como a todos los latinoamericanos; además, nadie conquista para Cristo".

La autorización de una misa pública en la plaza de la Catedral, justificada formalmente por las obras que se realizan dentro del templo en vísperas de, la visita del Papa, fue un paso más de acercamiento entre la Iglesia y el Estado cubano. Así fue valorado por la jerarquía de la Iglesia, que expresó su deseo de que la experiencia posibilite "que en un futuro inmediato se puedan realizar otro tipo de celebraciones públicas".

Pero la Iglesia católica cubana desea ver complacidas otras peticiones con motivo del viaje pontificio. Una de ellas, quizá la más importante, es el acceso a los medios de comunicación -se pide, por ejemplo, espacios en televisión para los obispos y el cardenal-. Otra, la retransmisión televisada en directo de lasmisas que el Papa oficiará en las cuatro ciudades que visité: Santiago de Cuba, Santa Clara, Camagüey y La Habana.

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