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Gudbergur Bergsson narra su autobiografía a través de una niña castigada

Elsa Fernández-Santos

"Soy una niña que crea problemas, tengo nueve años y me han enviado al campo". Así habla consigo misma la protagonista de El cisne (Tusquets), una niña sin nombre que le echa el aliento a una vaca para que huela el alma del ternero que se acaba de comer -"¿Sabe la vaca que estamos haciendo la digestión de su ternero?"- o que cuando un jornalero le pregunta que si de mayor se dejará violar contesta: "Sí, si alguien se atreve"."Es una niña que sabe estar a la altura de las circunstancias", afirma el autor de la novela, Gudbergur Bergsson (Islandia, 1932). "Es una niña castigada, y los castigados se salvan mejor que los mimados, sobre todo porque los mimados se acaban autocastigando a través de las drogas o del amor", añade Bergsson, que afirma: "Esa niña soy yo... Me interesaba más la mirada de una niña, cuya observación poética es diferente a la del niño. El escritor tiene la suerte de que puede convertirse en quien quiera y eso no quiere decir que sea totalmente autobiográfica".

Bergsson (traductor del Quijote y el Lazarillo de Tormes al islandés) nació en un pueblo de pescadores de 15 casas. Enfermero en un manicomio, tejedor de alfombras, portero, maestro y obrero, con 23 años llegó por primera vez a España y desde entonces ha vivido entre su país Barcelona y Madrid. "Como Pessoa, todo lo que tengo y necesito cabe en una maleta", dice este hombre que domina el inglés, el alemán, el sueco, el español y el portugués.

Amigos españoles

Han de Islandia -como le llarnaba su amigo Jaime Gil de Biedma- dice que de sus amigos españoles (Carlos Barral, Gabriel Ferrater, Jaime Salinas) ha -aprendidoalgo que ya de niño había descubierto en su propio padre: "El juego como camino a lo más serio". "Mí padre huía de la dictadura de vivir en un lugar pequeño donde era un forastero con chistes y juegos. El alivio lo sentía a través del humor. Es algo que más tarde descubrí en España, en escritores como García Hortelano. Observarle fue muy útil para mí". Milan Kundera ha escrito sobre El cisne: "Una auténtica obsesión existencial sitúa al libro en el centro de lo que podría denominarse, a mi juicio, la modernidad de la novela". Para Kundera es una novela de la picaresca de la infancia, sobre una niña alejada del mundo práctico.El cisne está sobre todo salpicada por la mitología germánica que heredó Islandia. "El cisne es uno de los simbolos más aplicados. Viene de los indios y de la cultura nórdica..., de Wagner. El cisne es el símbolo del cuello, es el símbolo del hombre y de las formas femeninas. Es muchas cosas a la vez". Los animales, la montaña, la granja es el microcosmos en el que la niña (que se inventa un mundo a su capricho) aprende y encuentra.

Para el escritor islandés sólo desde la narración de un periodo pequeño de la vida se puede hablar de un sentido más amplio de la existencia. Así, la niña se fascina por la mimada y destructiva hija de los granjeros (una joven que tras someterse a un aborto decide comer todo lo que pueda para que igualmente le crezca la tripa) o por un jornalero que escribe un diario para que un día una mujer lo descubra y se enamore de él. "Al final, la niña descubre que el amor es la muerte y eso le hace subir corriendo una montaña. Esa montaña es la sabiduría que la niña logra alcanzar".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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