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LA CUMBRE DE DENVER

División de opiniones en Rusia por su admisión en las reuniones del G-7

Pilar Bonet

La participación del presidente Borís Yeltsin en la cumbre de Denver ha suscitado dos reacciones opuestas en Rusia. Mientras las cadenas televisivas y los medios de comunicación oficiales, como la agencia Itar-Tass, consideran que la Rusia poscomunista se ha integrado por fin en el club más selecto de la economía mundial, otros analistas son escépticos sobre la posibilidad de que Moscú adquiera a corto plazo un lugar permanente entre los poderosos de la economía mundial a efectos prácticos y no simbólicos."Ya no son siete, pero aún no son ocho". Con este titular, el periódico liberal Segodnia comentaba ayer la obsesión de los dirigentes de convertir el G-7 en el G-8. "La invitación de Yeltsin a Denver es más bien una invitación personal, y no a Rusia como potencia", señalaba el periódico. Este sugería que el motivo principal de la invitación a Yeltsin es el temor a que Rusia, en caso de verse aislada de Occidente, dedique sus atenciones a China, Irán "o, lo que es peor, a Irak".

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"Occidente necesita garantías y está dispuesto a pagar por ellas", señalaba el diario Nezavísimaia Gazeta. Se trata de garantías de "estabilidad" social, económica y militar en Rusia. La aceptación de Yeltsin en Denver es, según este periódico, en parte compensación por la pérdida de posiciones geopolíticas y por la actitud de Moscú, que ha evitado la confrontación con Occidente tras la decisión de ampliar la OTAN.

Algunos analistas subrayan la contradicción entre la pertenencia de Rusia al club de los países más desarrollados y los datos socioeconómicos.

Desde fines de abril a principios de junio la deuda en concepto de impagos salariales se incrementó en un 2%. El endeudamiento en concepto de pensiones, a su vez, llega a los 11 billones de rublos. El Producto Interno Bruto de Rusia ha descendido un 0,2% durante los cinco primeros meses de este año, y de enero a mayo, las inversiones de capital han disminuido un 8%.

La industria, por su parte, se mantiene estancada y la agricultura continúa descendiendo al igual que el tráfico de mercancias y el comercio exterior. Además, más de 31 millones de personas tienen ingresos inferiores al salario mínimo vital, calculado unos 412.000 rublos mensuales por persona (unos 80 dólares). Debido a la mala recaudación fiscal (el 64,4% de lo proyectado en los cuatro primeros meses de este año), el Gobierno quiere que el Parlamento apruebe sustanciosos recortes presupuestarios. Esto afecta a los gastos de sanidad, que, según las previsiones del Gabinete, serán cercenados en más de un 50 %. Tales recortes se planean mientras en el país rebrotan enfermedades infecciosas impropias de los países desarrollados.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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