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Infrarrojos y radares siguen la migración de aves hacia el Norte

"Este pájaro cuya silueta aparece en la pantalla vuela a 2,3 kilómetros de altura, con rumbo al norte y a una velocidad de 21 kilómetros/hora; va lento. Lo seguiremos 40 segundos. Por la secuencia de su aleteo el ordenador determinará la especie". Con la imagen de este ejemplar -uno entre los millones de aves que cruzan el Mediterráneo- la naturalista Susanna Zehnder, explicó la segunda campaña que el Instituto Ornitológico Suizo realiza en Mallorca y Málaga, para descubrir las claves de los movimientos migratorios de aves entre África y el norte de Europa. Durante casi 200 días, entre esta primavera y el pasado otoño, los omitólogos han escrutado el cielo ayudados por la alta tecnología de uso originariamente militar.Dos radares móviles de seguimiento de tiro antiaéreo y un cañón de rayos infrarrojos que mira hacia la atmósfera, han captado cada noche centenares de casos de migraciones individuales de pequeños pájaros paseriformes que regresan al norte. Un equipo de ordenadores y vídeos registra y discrimina, elaborando estadísticas y trayectorias de vuelo. Periódicamente los científicos lanzan un globo para determinar las diferentes corrientes térmicas."Los pájaros más pequeños vuelan de noche, en solitario, para evitar a las rapaces y al calor. Alcanzan 40 kilómetros por hora y salen de la costa africana una hora después de la puesta del sol. No cantan y a las tres de la madrugada llegan a Mallorca; en su mayoría se quedan un día a descansar", explica Susanna. Entre los millones de aves que emigran al sur sólo la mitad regresa. La mayoría de bajas corresponde a las crías.

Bruno Bruderer, el responsable del proyecto, observa cómo las pequeñas aves superan "grandes barreras ecológicas: los Alpes, el Mediterráneo y el Sáhara, una cadena de montañas, el mar y el desierto". El naturalista Joan A. Alcover interrogó a sus colegas sobre claves indescifradas: "¿Por qué eligen la ruta insular, cómo distinguen la dimensión del territorio y trazan esta ruta?". Es la herencia genética y un misterio cómo hallan la altura y viento propicios y cuál es su alcance visual. Con el aire de cola, una pequeña ave puede ir de Marruecos a Francia sin escalas.

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