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Precaria tregua en Congo mientras Francia ultima la retirada

Alfonso Armada

No hacía ni media hora que el avión del argelino Mohamed Sahnoun, enviado especial de la ONU a los Grandes Lagos, había despegado del aeropuerto a oscuras de Brazzaville cuando las primeras trazadoras, disparos de kaláshnikov y algún morterazo anunciaron que el alto el fuego alcanzado por la mañana seguía estando más en el paisaje de los deseos que en el de la realidad. No obstante, fue quizá el día más tranquilo desde que el 5 de junio se desencadenara un crudo enfrentamiento entre las tropas gubernamentales del presidente Pascal Lissouba y la milicia cobra del general y ex presidente Denis Sassou Nguesso.Y también el más cuajado de negociaciones, desde que la residencia del embajador francés acogió una crucial reunión del Comité Nacional de Mediación. En tomo a la misma mesa se sentaron representantes de las partes enfrentadas, los embajadores de Francia y Estados Unidos y el alcalde de Brazzaville, el poderoso e influyente Bernard Kolelas. Del encuentro surgió el compromiso de un alto el fuego y el envío de plenipotenciarios a Libreville (Gabón) para iniciar mañana la negociación de un alto el fuego definitivo, el desarme de las milicias y la vuelta al camino democrático, con las elecciones presidenciales previstas para el próximo 27 de julio de nuevo en el calendario.

El embajador francés, Raymond Cesaire, agradeció la petición de Kolelas, y de buena parte de la población para que el dispositivo francés de 1.300 hombres se mantenga. Pero París no parece tener ningún interés en involucrarse más en el avispero de la República de Congo, y menos tras el fracaso de su política en Ruanda y la República Democrática de Congo (ex Zaire).

Hoy concluye la Operación Pelícano, que ha evacuado hasta el momento a 5.265 extranjeros, y las tropas serán retiradas a pesar de que algunos oficiales franceses se muestran extremadamente pesimistas y temen que su partida "desencadene una carnicería".

El enviado Mohamed Sahnoun se mostró a favor del envío de una fuerza de interposición que garantice el funcionamiento del aeropuerto, el mantenimiento del alto el fuego y la vuelta al sendero democrático.

Salmoun recorrió, fuertemente escoltado por la Legión francesa, una ciudad fantasma, con cadáveres sin enterrar desde hace una semana, y los anuncios luminosos de las tiendas saqueadas encendidos noche y día. De todos los líderes obtuvo buenas palabras. Pero era difícil ser optimista en una ciudad en que la inmediata salida del contingente francés dejará entregada a la ley del más fuerte.

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