La buena orilla

Fuera de programa se presentó un trío, Las dos orillas, que resultó ser lo mejor de la velada por su empaque, su sobrio discurso escénico e idéntico espíritu en el vestuario. Así, contrastaba con la ambición bien llevada de las otras piezas, hoy retocadas y mejor bailadas -siempre hablando de una danza de rigurosa interpretación y virtuosismo- donde a veces la pujanza juvenil les puede a este tándem que tendrá muchísimo que decir en la danza escénica española de los próximos años.Arroyo demuestra ser un buen artesano del traje de danza española, y Rojas y Rodríguez se plantean la danza-fusión, pero les falta cierta solvencia en la selección musical, compensada esta vez por la calidad que dan ellos mismos y todos los demás artistas.

Hay nuevos elementos que son un acierto y Natalia Ferrándiz da todo un recital de cambios de registro y de sensibilidad y, si se atemperan los presupuestos estéticos, pronto podrá hablarse de esta compañía en un sentido de compromiso con una renovación que ya está en marcha y afecta tanto al flamenco como a las otras ramas del baile español de tradición.