OTAN, generales jóvenes y armonía regional
"Todos los generales húngaros tienen alrededor de los 50 años y han estudiado fuera". Con estas credenciales explica el ministro de Defensa, Gyorg Keleti, el esfuerzo de su país por modernizara las Fuerzas Armadas e integrarse en la OTAN, cuya invitación esperan el mes próximo en Madrid. Con 60.000 hombres ahora -eran más de 130.000 hace ocho años, cuando el Ejército húngaro, un típico ejemplar de los de Pacto de Varsovia, se ocupaba también de construir infraestruturas o ayudar en las labores agrícolas-, Budapest cree que en unos años sus tropas estará plenamente integradas en la Alianza. Con un ojo puesto en una eventual profesionalización del Ejército, el Parlamento va a discutir la reducción del servicio militar de doce a nueve meses.Keleti avanza la compra de misiles Mistral a la francesa Matra y una inmediata licitación internacional para adquirir un sistema de radares compatible con el de la OTAN en la vigilancia del espacio aéreo centroeuropeo. La decisión crucial, como en el caso de checos y polacos, los otros firmes candidatos poscomunistas, será la compra de al menos 30 cazabombarderos para sustituir a los Mig rusos. Eso será "dentro de tres o cuatro años, cuando sepamos exactamente qué espera la Alianza de nuestra fuerza aérea". Las opciones, siempre condicionadas a inversiones en Hungría de los fabricantes occidentales para aliviar el pago de la formidable factura son las mismas barajadas en Praga y Varsovia: los modelos estadounidenses F-16 y F-18 y los europeos Mirage 2000 y Grippen. El mes pasado, sus constructores montaron una aparatosa exhibición conjunta en la base aérea de Kecskernet, tren especial de la OTAN incluido, para deslumbrar al mando. húngaro.
Minorías desperdigadas
Budapest se ha esforzado también en otros terrenos para ser premiado en Madrid. Estar en el bando perdedor en las dos guerras mundiales le ha costado al país las dos terceras partes de su territorio y varios millones de húngaros de origen desperdigados por países vecinos, cuyo número ha crecido de cinco a siete tras la descomposición de la URSS y de Yugoslavia. La situación de estas abultadas minoría ha provocado una tensión histórica con Rumania (dos millones de húngaros) y relaciones habitualmente difíciles con Eslovaquia y Serbia. Pero Hungría -que en palabras de su ministro de Exteriores, Laszlo Kovacs, se considera ahora "un factor de estabilidad regional"- ha cumplido escrupulosamente, como Rumania, los deberes de la OTAN, que exige de sus aspirantes zanjar previamente sus conflictos regionales. Budapest y el nuevo Gobierno de Bucarest han firmado un estrecho acuerdo de cooperación, y por primera vez un jefe de Estado húngaro, Arpad Goncz, viajó a Rumania el mes pasado para rubricar una re conciliación histórica.
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