_
_
_
_
LA MAESTRANZA

Cara y cruz

Antonio Lorca

¿Es mejor el novillo malo o el bravo? No está clara la respuesta, pero en el recuerdo queda lo que contestó Juan Belmonte a un novillero preguntón: "Pídele a Dios que no te toque un novillo bravo".Con el malo se esconden los defectos; no se gana nada, pero tampoco se pierde todo si la voluntad suena a valentía y ésta a temeridad. Con el bueno florecen las deficiencias del torero y reluce la alegría de la noble bravura. El torero, si no tiene condiciones para parar, templar y mandar, queda pronto al descubierto, sin posibilidad de remisión. Esa es la cara y la cruz de esta fiesta.

El primer novillo de Gil Belmonte era un descastado con malas ideas que no le permitió un atisbo de lucimiento. El animal sólo quería prender al torero, y éste sorteó el peligro con voluntad. El cuarto fue otro cantar. No derrochó bravura, pero sí nobleza y recorrido; el animal demostró cualidades suficientes para el triunfo del novillero, a quien se le ofreció en bandeja la posibilidad de lucir sus condiciones toreras en la Maestranza.

Guardiola / Belmonte, Castro, Barea

Novillos de Salvador Guardiola Santoni, bien presentados, descastados y sosos.Gil Belmonte: cuatro pinchazos y descabello (ovación); estocada trasera, descabello -aviso- y tres descabellos (ovación). Alejandro Castro: pinchazo, estocada caída y tres descabellos (ovación); pinchazo, estocada y descabello (ovación). Antonio Barea: estocada, descabello -aviso- y dobla el novillo (ovación); media (silencio). Plaza de la Maestranza, 8 de junio. Menos de media entrada.

Pero se demostró que a Belmonte (Juan) no le faltaba razón. Gil Belmonte dio pases y más pases por ambos lados, y sólo interesó a la banda de música, que va de mal en peor. No es posible emocionar cuando se torea sin profundidad ni sentimiento. La mala suerte del novillero fue que le tocó el único novillo potable de la tarde y lo desaprovechó. Dicho de otro modo: hay que ser un buen torero cuando sale el buen toro.

Claro que tampoco puede estar contento el ganadero. Mucho nombre, pero poco toro; bien presentados, pero por las venas les corría poca sangre brava. Todos, a excepción del cuarto, fueron sosos, mansos y se hundieron en la muleta.

Alejandro Castro se presentaba en Sevilla y lo suyo fue una verdadera cruz. No dio la impresión de poseer los secretos del toreo clásico, pero no se le puede negar el valor y el deseo de triunfo. Sus dos novillos, sin embargo, no le ofrecieron facilidades. El primero era un manso de embestida descompuesta que regaló peligro a diestro y siniestro. Castro lo intentó de veras, y se ganó dos volteretas espectaculares sin consecuencias. El quinto era un moribundo, inválido desde el principio, con el que el novillero lo intentó una y otra vez, sin parar, hasta la desesperación.

El caso de Barea es radicalmente distinto. Debutaba ayer con picadores y salvó el difícil examen con nota alta por su decisión y torería ante la adversidad de su lote. Su primero, soso y brusco, no permitía florituras, pero Barea sabe torear y es valiente; aguantó tarascadas y, al final, consiguió muletazos muy estimables, entre los que destacaron algunos largos naturales. El último era un muerto en vida y no pudo más que limitarse a a matarlo. A los dos los recibió con verónicas hondas, y se lució, además, en un ajustado quite por chicuelinas.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_