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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Cambó, hoy'

Leí con interés -en EL PAÍS del 16 de mayo- el artículo de Solé Tura titulado Cambó, hoy. Ante todo quiero felicitar al autor por la maestría con la que recorre los años y los hechos dejando una imagen bastante clara de la situación, contradictoria y no fácil de entender, en la que se encontraron catalanistas de todas las tendencias al llegar la guerra fratricida.En una mesa redonda sobre Cambó, celebrada recientemente en Barcelona en el Museu Nacional d'Història de Catalunya, tres prestigiosos historiadores-Casasas, Riquer y Termes- sostuvieron que las decisiones de Cambó en julio del 36 hay que entenderlas más allá de las opciones estrictamente peninsulares y contextualizadas en el conocimiento de la realidad europea, quizá más profundo que la de la mayoría de sus contemporáneos, que él tenía.

Sería absurdo que yo intentase discutir que Cambó apoyó a los sublevados. Suscribo lo que afirma Solé Tura en su artículo: Cambó buscó "derrotar la revolución social propiciada por todas las gentes de izquierda". Sin embargo, me atrevo a afirmar que, con perspectiva histórica, esa afirmación se tiene que poder leer sin acritud. Cambó optó, con no poco esfuerzo y sacrificio personales, por lo que entendía que más convenía a Cataluña y a España en aquel momento. Sin duda pesaban sobre él las noticias que le llegabán de los múltiples e indiscriminados asesinatos de amigos, de gente de la Lliga y de clérigos; sin duda influyó en él que hubiese vuelto a oírse por las calles de Barcelona el "¡Muera Cambó!" del año 31, y que uno de los primeros actos revolucionarios en Barcelona hubiese sido el saqueo de su casa, el mismo 19 de julio. Todo eso debió de pesar sobre su ánimo, pero me atrevo a afirmar que su decisión es una opción política y no una reacción visceral. Sus discursos pocos meses antes del alzamiento militar, su dietario de los años de la guerra y su abundante correspondencia, así como su muerte en el exilio en el 47, dejan bien claro que Cambó no apostó por una dictadura anticatalana.

Solé Tura hace unas interesantes reflexiones del drama de la lengua catalana, castigada durante el franquismo. Por el interés que pueda tener, me alegra recordar aquí q ue, durante la época de prohibición, mi madre, hija única de Cambó, ponía ejercicios de catalán a todos sus hijos, que teníamos obligación de hacer los sábados por la mañana.-

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