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Conmoción en Colombia por la muerte de dos pacifistas por paramilitares

Impotencia y rabia sienten los que en Colombia luchan por la paz. "Dos sembradores de vida", como los definen sus compañeros, Mario Calderón, ex jesuita, filósofo y teólogo, y Elsa Alvarado, periodista, fueron asesinados el lunes en Bogotá a sangre fría. Los dos estaban vinculados al CINEP, un centro de investigaciones sociales comprometido con los pobres y que usca soluciones a la violencia.

A las dos de la madrugada, cinco hombres vestidos de negro y fuertemente armados llegaron al edificio donde vivía la pareja en una céntrica zona residencial de la capital. Amordazaron al portero y subieron al piso. Tumbaron la puerta y obligaron a Mario, a Elsa y a los padres de ésta, que por casualidad estaban esa noche allí, a ponerse de rodillas y dispararon sin piedad contra ellos. Milagrosamente la madre, una mujer de 70 años, se salvó y está gravemente herida en el hospital militar de Bogotá. Al hijo de la pareja, un pequeño de apenas 18 meses, la abuela lo alcanzó a esconder en un armario. Horas después los familiares lo encontraron sentado al lado de los cadáveres. El niño sólo repetía: "Papá: pum, purn".Las imágenes que se vieron tras este espantoso crimen son las que a diario se viven en el campo colombiano ante el avance de los paramilitares. La misma madrugada en que fueron asesinados los investigadores del CINEP, 25 hombres armados hasta los dientes, llegaron a un caserío del municipio de San Diego en el César, provincia del Caribe, y lista en mano asesinaron a ocho campesinos a los que acusaron de ser colaboradores de la guerrilla. Para el CINEP es claro que el asesinato de Mario y Elsa es "consecuencia del hostigamiento contra las personas que luchan en favor de la paz y de la vida que organismos de seguridad del Estado y grupos paramilitares han desatado en el país".

"Lo preocupante es que con este crimen comience una estrategia de terror urbano que reproducirá aún más la guerra", dijo a EL PAÍS Leopoldo Múnera, también ex jesuita y defensor de los derechos humanos. Leopoldo fue una de las personas que acompañó a Mario y a Elsa en la última de sus utopías: un proyecto de reforestación en un páramo cercano a Bogotá. "Es un proyecto colectivo para reforestar la zona y proteger las fuentes de agua. Como la región es un lugar de alto conflicto armado [allí están las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército] la propuesta se derivó a una propuesta de paz. Es una zona de conservación de la vida y de la naturaleza".

"¿Por qué Mario, por qué Elsa?" se preguntaban todas las personas que tras conocer la macabra noticia, se reunieron el lunes en la sede del Cl-NEP. "Él era el más pacifista de los pacifístas", recordó el director de la institución, Gabriel Izquierdo. Recordó también que los dos trabajaban en un proyecto de cultura ciudadana "por la tolerancia y el pluralismo". Con lágrimas en los ojos todos se preguntaban: %Quién será el próximo?" Y mientras se trataba de buscar la fórmula de protesta ante el horror que genera la llegada de los paramilitares a Bogotá, se escuchaban frases como éstas: "No tenemos país, no tenemos patria"; "están matando a la mejor gente de Colombia".

El atroz crimen provocó el primer pronunciamiento crítico de la española Almudena Mazarrasa, directora de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Derechos Humanos, recientemente abierta en Colombia. Mazarrasa condenó el triple crimen, pidió una rápida y efectiva investigación, así como una protección para quienes luchan por los derechos humanos.

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