20 directores defienden la vitalidad del cine
Polanski, Bertolucci, Campion, Wajda y Angelopoulos participan en un debate
ENVIADO ESPECIAL Polanski, Bertolucci, Jane Campion, Andrzej Wajda, Dennis Hopper, Theo Angelopoulos... Una veintena de prestigiosos directores, actores y críticos se reunieron ayer en el Festival de Cannes para reafirmarse en la vitalidad del cine, y, como dijo Roman Polanski en una romántica intervención que le ganó los aplausos del público, defender la pantalla y la sala oscura como centro irrepetible de emociones compartidas. Frente a la frase de Marcel Pagnon, "el cine ha muerto, viva la televisión", Bertolucci citó la irónica respuesta del dramaturgo De Filippo cuando recibió una llamada telefónica que decía: "Aquí la televisión italiana" y él contestó: "Espere, le paso con el frigorífico".
Fue Bertolucci quien introdujo el debate y recordó que tanto Fellini como Ferreri le hablaron en alguna ocasión de la muerte del cine. "Me parece que el cine vive una mutación dramática", dijo. En los años veinte era como un bebé que empezaba a hablar, y, alcanzado el dominio de la palabra, fue creciendo hasta convertirse en un adulto en los sesenta, cuando comenzó a preguntarse a sí mismo: ¿Qué es el cine? En el momento actual, nos enfrentamos a una mutación que puede ser aún más radical. El cine ha perdido su aura porque de ser el único dominio donde uno podía dejarse invadir por sonidos e imágenes, hemos pasado a una sociedad donde imágenes y sonidos aparecen permanentemente a nuestro alrededor".El director italiano señaló la conveniencia de preguntarles a los jóvenes cineastas si comparten la sensación de que el cine puede estar en trance de desaparecer. Polanski negó tajantemente esta conjetura. "Es la sala lo que cuenta", proclamó. Llevo muchos años oyendo hablar de la muerte del cine, de que la fiesta ha terminado y, por el contrario, creo que el avance tecnológico no interviene sino que ayuda en el proceso de percepción y fabricación del cine". Para Polanski, "el cine es una experiencia que se tiene junto a otras personas anónimas y ya sea en una sala del barrio latino de París o en la pantalla gigante de un parque tecnológico, la experiencia, nada tendrá que ver con una pareja que toma una cerveza frente al televisor de su casa, por mucho que la televisión vaya a acabar teniendo una definición perfecta y a ocupar toda una pared de la casa".
"La tecnología televisiva no amenaza al cine porque éste es espectáculo", concluyó Polanski. "Y mientras deseemos y amemos reunirnos sea en un cine o en un circo, no se podrá hablar de la muerte del cine". El griego Theo Angelopoulos fue más lejos y señaló que de lo que hay que hablar es de la muerte del mundo, "porque el cine durará hasta que dure el mundo". En el mismo tono arrebatado, Dennis Hopper declaró: "No creo que el cine esté para nada muerto, yo puede que me esté muriendo, pero el cine, ¡vaya si está vivo!"
Frente a estas defensas apasionadas sobre la supervivencia del cine, compartidas por Jane Campion y Andrzej Wajda, el crítico de The Guardian, Derek Malcolm, bajó a un terreno más concreto al señalar que "cada vez hay menos espacio en el mercado para los nuevos cineastas, por lo que el optimismo ante la pujante creatividad del cine se transforma en pesimismo por la utilización que se hace de ella desde la economía". A continuación, Michael Ciment dio el dato de que sólo el 5% del público europeo asiste a la proyección de otras películas europeas. "Hay que felicitarse porque nuestro cine exista, pero el caso es que no lo podemos ver", comentó.
Dominio americano
El dominio del cine americano sobre el mercado europeo planeó sobre el debate, y Dennis Hopper, único estadounidense presente -Coppola prefirió pasear por Cannes en manga corta y con una camisa de palmeras bajo el aguacero- planteó el problema desde dentro al referirse al cine independiente en su país como única vía de escape frente al colosalismo económico de Hollywood.
"Cuando hice Easy Rider", señaló Hopper, "apenas había cine independiente en Estados Unidos. Y en mi carrera como director independiente me he alimentado del cine europeo durante muchos años, en especial de Truffaut, que era mi favorito en la época de la nouvelle vague. Somos creadores tratando de grabar la vida, pero no debemos olvidar nunca la importancia de contar las historias de forma que conecten con el público. En la celebración del cine que se desarrolla ahora en Cannes con motivo del cincuentenario, me gustaría insistir en la necesidad de que todos los países tengan su propia cinematografía y de que esas cinematografías luchen para mantener su independencia. Es la manera de mantener viva la cultura".
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