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El alcalde pretende confinar a las palomas callejeras en parques públicos periféricos

Antonio Jiménez Barca

La idea es que las palomas dejen las plazas públicas y las calles del centro y se vayan a parques públicos de la periferia: a Casa de Campo y el Juan Carlos I. El impulsor del plan es el concejal de Salud, Simón Viñals, que ya está buscando quien le regale los palomares necesarios a fin de instalarlos en las zonas verdes. Para atrapar a las aves se utilizarán redes gigantescas, según adelanta el concejal, a quien le gustaría empezar la operación antipaloma antes del verano. El número de estas aves, 60.000, es excesivo y causa molestias a más de un vecino y a más de una casa.

El Ayuntamiento madura un plan para que las palomas que actualmente pueblan la ciudad vayan a residir a parques públicos periféricos. Las aves, que actualmente exceden los 60.000 ejemplares en Madrid, constituyen una población "excesiva "' según los técnicos municipales. Además, la paloma urbana, cuyo nombre técnico es Columbia livia, proveniente de aves de crías fugadas y ejemplares erráticos de paloma mensajera, pone dos huevos en cada cría y cada pareja de palomas se reproduce cada cinco años. De todos estos polluelos sobrevive por regla general la mitad. En resumen: la población de palomas puede duplicarse cada año, si encuentra comida y medios para ello.En el departamento de desratización del laboratorio municipal se reciben llamadas de vecinos, sobre todo de la zona de Príncipe de Vergara, que protestan porque no pueden tender la ropa o porque les molesta el zureo de los animales.

Utilizar redes

El concejal de Salud, Simón Viñals, de quien dependen todos los animales que viven por la calle, considera que la mejor manera de reducir esta población "es utilizar redes". "Así se pueden capturar y enviar donde molesten menos", añade. "No será difícil que empresas de piensos nos donen, a cambio de publicidad, el dinero que cuestan los palomares, que no creo que sea mucho", añadió.

La mayoría de las palomas habitan en zonas céntricas de la ciudad; anidan en aleros, en salientes de buhardillas o en tejados, estructuras que recuerdan a los animales los acantilados o las oquedades donde se asentaron desde siempre.

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José María Cámara, responsable del Parque de Desratización, Desinfección y Desinsectación del laboratorio municipal, asegura que el sistema más fácil para retirar palomas de las plazas y de las calles "son las redes". "Primero se acostumbra a las palomas a que coman siempre en el mismo sitio durante días, después se pone una red que se cierra con aire comprimido y así se las atrapa", añade Cámara.

De cualquier forma, el proyecto, según este técnico municipal, tiene que ir acompañado de otras medidas. "Nunca podríamos atrapar a todas. Siempre habrá una población residual en las calles. Y, entonces, no adelantaríamos demasiado con llevar muchas a los parques si la gente les sigue dando de comer en las calles: las que quedaran en la ciudad se reproducirían con mucha velocidad y volveríamos a las mismas". "De lo que se trata es de enseñar a la gente que dar de comer a las palomas es beneficioso para los animales, pero no para la ciudad", añade el técnico.

Hay otras fórmulas para ahuyentar a las palomas o para, por lo menos, impedir que se reproduzcan en demasía: se pueden colocar halcones cerca o utilizar piensos esterilizadores. "Pero esos sistemas no son muy factibles: en primer lugar, tendríamos que comprar muchísimos halcones; también lo de los piensos esterilizadores es muy caro", añade el técnico del laboratorio municipal.

En el tejado de la planta 28 del edificio del Banco Bilbao Vizcaya del paseo de la Castellana anida un halcón. Y, según asegura un empleado de la entidad, "por ahí no se acerca ninguna paloma". Claro, que al halcón no lo puso nadie. Eligió ese lugar por propia voluntad hace dos años y ahí sigue.

El ruido o la suciedad no son los únicos problemas que acarrean las palomas: la deyección de estos animales es, como la de cualquier tipo de ave, particularmente corrosiva, capaz de atacar y destruir la piedra de los edificios. En concreto, el excremento de paloma contiene ácido fosfórico y ácido úrico.

Parásitos

Además, las palomas de la ciudad pueden tener parásitos e infectar a las personas, aunque esto no es frecuente.

El especialista del laboratorio, con todo, piensa que es necesario, al menos, "reducir en un tercio la población de palomas que actualmente existe".

El concejal de Medio Ambiente, Adriano García Loygorri, está de acuerdo con el proyecto: "Las palomas son un animal perjudicial; incluso la rata es más beneficiosa. Y no se trata de matarlas, sino de trasladarlas a otras zonas donde la gente pueda darles de comer y donde estarán ellas más a gusto y no perjudicarán a los vecinos a los que no les gustan".

Actualmente, el Ayuntamiento no dispone, al contrario de lo que pasa con los insectos o con las ratas, de ninguna brigada que haga desaparecer las palomas de un tejado concreto si un vecino molesto lo solicita. Tampoco está prohibido darles de comer. "Sin embargo, sí existe una ordenanza que impide arrojar desperdicios a la calle", apunta el técnico municipal.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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