Al pie de la tragedia

EL PAÍS Si alguien ha recibido con satisfacción el Premio Ortega y Gasset de Periodismo han sido los presos de las cárceles de la República Dominicana. Miguel Ángel Ordóñez, de 25 años, recordó ayer que gracias al reportaje publicado en Rumbo muchos de los reclusos, cuyos testimonios aparecieron en esa publicación, vieron agilizados sus casos. "Algunos salieron a la calle y todavía hoy siguen vivos. Enfermos terminales de tuberculosis, cáncer o sida salieron para morir en sus casas y vieron cumplida su última voluntad".

Esta publicación, "la única que le mete el dedo en el ojo al Gobierno", según Ordóñez, denunció el problema carcelario en la República Dominicana. Para acceder a los recintos penitenciarios Ordóñez tuvo que camuflarse y pasar de incógnito con la ayuda de la Asociación de Derechos Humanos. "El control de las cárceles lo tienen los presos, por eso no hay torturas en los centros", añadió. "Contar las patéticas condiciones en las que viven pensé que podría ayudarles. Es justo compartir con ellos el premio".Pablo Otín, de 40 años, recordó ayer las trágicas vivencias de agosto del año pasado en Biescas, durante las riadas que asolaron el cámping Las Nieves. Otín rememoró la noche en la que se enfrentó "al caos tremendo" de la catástrofe de Biescas. "Aquella noche no me di cuenta de la magnitud del suceso. La carretera estaba arrasada. No sabía si lo que tenía delante de mí era un cuerpo o un árbol tapado por el lodo".