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GUERRA CIVIL EN ZAIRE

Los mobutistas preparan la evacuación

La población teme que los soldados se lancen al pillaje antes de rendirse

Ramón Lobo

No hay pánico, pero el miedo se nota en el rostro de la gente de Kinshasa y en la cotización del dólar (se cambia a 190.000 nuevos zaires, 15.000 más que ayer). Los destacados prohombres del mobutismo, carne de exilio la mayoría, hacen acopio de papel en moneda (divisas fuertes) y viven con sus familias en el hotel Memlin o en el Intercontinental, los que serán defendidos por las tropas extranjeras en caso de evacuación. Los más previsores lograron su visado a Europa o enviaron a sus mujeres e hijos a un viaje de prevención e hicieron la sabia mudanza de sus bienes más preciados y aguardan ahora la orden de estampida. Los mercadillos de la capital rivalizan torpes en cachivaches, verduras y frutas del trópico. No hay psicosis de escasez, pero algunos de los productos básicos más populares, como la mandioca, comienzan a faltar de los tenderetes.No hay pánico, pero hay miedo a los pillajes. El problema no son los rebeldes ni los posibles combates que se puedan librar en las calles de la capital, dice la gente. El problema es ese Ejército que dice estar ahí para defenderles de un enemigo invisible pero cada vez más próximo. El boca a boca, las radios foráneas y una ristra de períódicos de ocho páginas son el medio de información. Los rumores fluyen como el río Zaire (el segundo más caudaloso tras el Amazonas). Muchos ciudadanos ya tienen preparadas las banderas blancas que les ha pedido Laurent Kabila. Es una ciudad dispuesta a la rendición incondicional.

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Mientras llega ese temido día D, los soldados aprovechan sus últimos tragos de placer. Paran automóviles, exigen dinero y molestan a las chicas que tratan de hacer la calle. Los militares zaireños que supuestamente protegen el aeropuerto son los que más suerte tienen. Ayer tuvieron la oportunidad de detener a varios de los periodistas extranjeros que se acercaron a comprobar la verosimilitud de los rumores que situaban a Kabila en las puertas de la ciudad. En Terminus Kingasani, un claro fétido a sólo unos centenares de metros del aeropuerto de N'Djili, una banda de soldados de las FAZ (Fuerzas Armadas de Zaire), los que protagonizan los saqueos en los lugares que huyen, detuvieron a tres periodistas, dos italianos y uno español (el enviado especial de El PAÍS) y con métodos cuarteleros exigieron papeles y carnés, jugaron a buenos y manos durante una hora y al final exigieron bravucones por la libertad de los supuestos espías de Kabila una generosa propina de 200 dólares. El regateo lo dejó en sólo 20. Otros, como el fotógrafo de France Presse, tuvieron menos suerte. La mordida fue mayor y la escenificación de la detención incluyó esposas.

Si estos soldados decidieran darse al pillaje de toda la ciudad, como ya suciedió en 1991 y 1993, las fuerzas extranjeras que se hallan acantonadas en el vecino Congo cruzarían el río. Son cerca de 4.000 hombres (incluídos los 1.400 marines a bordo del buque de asalto estadounidense Nassau, que se halla anclado en aguas internacionales). Hay norteamericanos, franceses, británicos (reforzados hace unos días con 300 soldados más) y portugueses. Su misión proclamada es sólo la evacuación de los ciudadanos occidentales, unos 7.800 antes de que algunas embajadas sugirieran la salida inmediata de sus nacionales.

Esa fuerza tiene tamaño y medios suficientes como para ampliar su cometido inicial y tomar el centro de la ciudad, el barrio de Gombe, donde están la mayoría de las embajadas. Esta posibilidad es, además, un elemento disuasorio. Los generales zaireños, que son los que ordenarían a su soldadesca el inicio de los saqueos, deben tener en cuenta que los pillajes tendrían esta vez graves consecuencias.

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