"La forma de enseñar a los superdotados permite recuperar a los escolares fracasados"
Niños superdotados y alumnos con problemas de fracaso escolar coinciden en algo: se aburren en clase. Unos van por delante y otros a trancas y barrancas, pero las soluciones para todos ellos beben de las mismas fuentes, según el estadounidense Henry Levin y la española Pilar Soler, profesores de la Universidad de Stanford (California) y promotores de las llamadas escuelas aceleradas, un tipo de enseñanza enriquecida, menos memorística y más participativa.Ambos expertos parten de que el fracaso lo sufren especialmente los niños de entornos marginados. Pero en lugar de aplicarles técnicas de compensación (con niveles rebajados), depositan sobre ellos mayores expectativas (aceleración), tratándoles como superdotados y convenciéndoles de que su rendimiento mejorará. Es la profecía que se cumple a sí misma.
Su proyecto nació hace diez años y se aplica, con buenos resultados, en un millar de escuelas públicas de barrios obreros y marginales de 40 estados de EE UU, en los que el 30% de los alumnos no acababan la escolarización obligatoria o la terminaban con enormes lagunas. Más de la mitad son colegios de primaria (hasta 11 años), porque ambos profesores consideran que "hay que intervenir cuanto antes", pero también los hay de secundaria. El promedio de alumnos por aula es similar al de España.
El proceso es largo, ya que hacen falta unos seis años para que dé frutos. Y además requiere una gran implicación y de padres, profesores, alumnos y asociaciones. Levin y Soler han expuesto su experiencia en Madrid, invitados por el Movimiento por la Calidad de la Educación en el Sur y Este de Madrid, una plataforma que busca alternativas al fracaso escolar.
Pregunta. ¿Cómo puede aplicarse una enseñanza para superdotados a chavales con retraso en el sistema normal?
Respuesta. Aunque se llamen escuelas aceleradas, lo que se hace en ellas no es ir más rápido, sino utilizar un potente sistema de aprendizaje. La forma de enseñar a los superdotados, por su profusión de actividades, permite recuperar a chavales con fracaso escolar. Nunca hemos entendido que se dediquen los mejores métodos a los alumnos que ya despuntan y se rebaje el nivel de aprendizaje de los que van por detrás a causa de su marginación, porque eso les relega aún más.
P. ¿Y en qué consiste ese potente aprendizaje?
R. En lo contrario a esos sistemas bulímicos en los que el alumno traga contenidos y los vomita después. Es un tipo de enseñanza más activa y participativa. Es más fácil que un niño aprenda las fracciones matemáticas con aplicaciones prácticas que de forma desvinculada de su vida. Además, trabajan mucho en grupos, con lo que cada uno aporta su valía.
P. Eso ya lo hacen muchos profesores.
R. Sí, pero actúan así de manera particular, no como un propósito global de todo el centro. Y es que otra característica de la escuela acelerada es la unidad de acción. Alumnos, padres, profesores y asociaciones de barrio deben diseñar el modelo de escuela que quieren de forma conjunta, y decidir sobre él a través de representantes y grupos de trabajo. Para que un centro se integre en nuestro proyecto exigimos que el 80% o 90% de los maestros y las familias estén de acuerdo. Si no, no funciona.
P. ¿No es utópico pensar en la participación de los padres cuando el retraso de muchos niños se debe, precisamente, a los problemas en su casa?
R. Si conseguimos que el chaval sienta el centro como su escuela tenemos mucho camino ganado. Y él mismo puede tirar de su familia.
P. ¿Puede superar el fracaso un chico con una escuela ideal y un hogar desastroso?
R. Los niños pasan ocho horas al día en el colegio, lo que en él suceda es básico. Si se sienten a gusto, eso puede ayudarles a superar los problemas familiares. En cualquier caso, en nuestros centros hay una estrecha coordinación con los servicios sociales del barrio, porque es cierto que muchos problemas trascienden el aula.
P. Con este sistema parece que los chavales más hartos de la escuela recobran el interés. Pero ¿salen formados para acceder al mercado laboral como otros chicos?
R. Creemos que sí. La industria cada vez busca más a personas que sepan tomar decisiones y trabajar en grupo, y esos son dos elementos básicos en una escuela acelerada.
P. ¿Convertir una escuela en acelerada encarece los costes?
R. No. Se trata de reorganizar los recursos y de utilizar otros potenciales, como el de los padres, los voluntarios de asociaciones y las fundaciones.
P. Lo que sí conllevará es trabajo extra de los profesores.
R. No se trabaja más, sino de forma diferente. Además, suelen ser colegios en los que los profesores están muy dispuestos a esforzarse, porque enfrentarse a diario a problemas de fracaso, y a veces de violencia escolar, es muy frustrante.
P. Total, que es la panacea.
R. No, es un método con buenos resultados, pero lleno de dificultades y riesgos. Exige salir del esquema cómodo de dar un discurso en clase.
P. ¿Van a traer su modelo a España?
R. Nos gustaría, y la verdad es que hemos notado, un gran interés en nuestra experiencia. Nos parece que hay ya mucha gente con ganas de buscar alternativas al fracaso escolar.
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