Otros desaparecidos
Las vísperas de la Feria de San Isidro, de cuya creación por Livinio Stuyck se cumplen ahora 50 años, traen a primer plano la fiesta de los toros con su arrastre de cuernos más o menos íntegros y de embestidas más o menos bravas. En ese ambiente, que tantas y tan enconadas pasiones desata en los tendidos de Las Ventas, resulta aún más meritorio el esforzado intento de Francisco J. Laporta y de Silvina Álvarez por compendiar algunos estudios y ensayos recientes en un volumen dedicado a La corrupción política aparecido bajo el sello de Alianza Editorial. Según declaran los compiladores, su pretensión es que "en lugar de utilizar la corrupción política para embestir, como se ha hecho muchas veces, se le preste una atención seria y crítica para combatirla". Entienden que ése es el proceder adecuado porque "se trata de un peligro real para las instituciones democráticas y no puede quedar reducido a un argumento ad hoc para arremeter contra los demás con criterios oportunistas".Reconoce Laporta la dificultad de ofrecer una taxonomía completa de las conductas corruptas, pero a título ilustrativo define especialidades como la de Soborno, Extorsión, Arreglos, Alteraciones fraudulentas del mercado, Malversaciones y fraudes, Especulación financiera con fondos públicos, Parcialidad, Colusión privada y Uso de información privilegiada. Luego recoge de Klitgaard la que denomina ecuación básica de la corrupción enunciada en los siguientes términos:
Corrupción = Monopolio de la decisión pública más Discrecionalidad de la decisión pública menos Responsabilidad (en el sentido de obligación de dar cuentas) por la decisión pública.
Otro de los autores del mencionado volumen, Ernesto Garzón Valdés, señala que "el problema de la lealtad democrática, de la eliminación de la posibilidad de gorrones y de parásitos es, posiblemente, una de las cuestiones centrales de la democracia actual", pero sin perder de vista que se trata de un fenómeno universal "más allá de todo vínculo ideológico, político o impuesto por el desarrollo". Así que habrá que convenir, atendiendo a Nicolás López Cabrera, firmante de otro de los ensayos, que "la corrupción no podrá reducirse a límites tolerables mientras no haya un tejido social cosido por una moral cívica y pública en el ámbito político y más allá del ámbito político y entre todas las gentes, desde los políticos hasta los estudiantes de bachillerato".
Pero todas estas consideraciones en tomo a la corrupción deben completarse con los trabajos de Fernando Jiménez Sánchez sobre el escándalo político entendido como un proceso para intentar la estigmatización de un agente determinado, en el que desempeñan un papel fundamental los medios de comunicacion, y de Luis Arroyo Martínez, que se atreve a servirse de ejemplos tomados de las páginas de los diarios españoles para analizar las fábulas y los fabuladores. De ahí se deduce la condición de El Mundo como empresario de la moral siempre dispuesto a iniciar una cruzada y la propensión de los medios para desertar de la labor de mediación (adaptándose al acontecimiento), para incurrir en la de mediatización (adaptando para sí el acontecimiento). Es el lema que solía invocar José Oneto diciendo a los jóvenes colegas: "No dejes que la realidad te desmienta una buena crónica". En todo caso es de suma utilidad repasar los procesos de formación y las funciones de la opinión pública, descritas por Noelle-Neumann en su Teoría del clima de opinión y de la espiral del silencio, porque resultan muy esclarecedores cuando se aplican al escándalo. Sólo así se explica que algunos hechos propendan a magnificarse, y otros, a ser inaudibles, mostrándose incapaces de romper la barrera del sonido. Asi, con el actual clima de opinión, es improbable que el juez Campeador pregunte a las autoridades de Buenos Aires por otros desaparecidos y obtenga los nombres de los periodistas españoles que, en Madrid, trabajaban en el servicio de propaganda de la Junta Militar argentina bajo el logotipo de aquella próspera Ageurop y es seguro que si, pese a todo, llegaran esos nombres serían devorados por la espiral del silencio.
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