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Kabila llegó anoche al barco surafricano el que hoy se espera que se reúna con Mobutu

Ramón Lobo

"Los problemas de seguridad [que impidieron el viernes la reunión entre Mobutu Sese Seko y Laurent Kabila] ya han sido superados", dijo ayer un portavoz del Ministerio de Exteriores de Suráfrica. Horas después, tras una tarde repleta de incertidumbre y tensión, Kabila aterrizó en la cubierta del barco Outeniqua, que se halla atracado en Pointe Noire (Congo). Mobutu subirá probablemente esta mañana, pues se había negado, tras el desaire del viernes, a abordar el navío de guerra surafricano hasta que su interlocutor y duro, rival político se encontrara dentro. La muy esperada negociación podrá dar comienzo hoy, con 48 horas de retraso.

ENVIADO ESPECIAL

Tuvo que ser el propio vicepresidente de Suráfrica, Thabo Tbek¡, quien viajara a Angola para convencer a Kabila de que todas las medidas de seguridad exigidas -ayer se registraron a fondo todos los rincones del barco, incluidas personas y maletas- habían sido llevadas cuidadosamente a cabo y acompañarle después hasta Congo.Las maniobras dilatorias de Kabila, que han provocado el enfado de Nelson Mandela, el anfitrión de la cumbre, tienen un objeto claro: ganar tiempo y acercar al máximo sus tropas a la capital, para sean una presión añadida. Estas se hallan ya a menos de 200 kilómetros de Kinshasa. En la madrugada del sábado tomaron Kenge, una pequeña localidad en la ruta desde Kikwit, que ya han dejado atrás. La conquista de Kenge es reveladora de la situación sobre el terreno, pues desde ahí hasta el trono de Mobutu no quedan más obstáculos fluviales. Es carretera recta. La fuerza rebelde está compuesta por 4.000 soldados que cuentan, incluso, con material pesado traído por avión hasta el aeropuerto de Kikwit.

Más al Norte, otra fuerza rebelde amenaza Gbadolite, la localidad favorita del dictador y donde se levanta uno de sus palacios más hermosos, conocido como el Versalles en la selva. Los hombres de Kabila están a 30 kilometros. Gbadolite es, tras Kinshasa, la plaza mejor defendida, al menos en teoría. En la capital, la situación que se vive es paranoica. Los rumores fluyen uno tras otro.

Esta inmejorable situación militar para los rebeldes condiciona las negociaciones que, si no hay nuevos golpes de teatro, comenzarán hoy. Por eso, el ministro de Exteriores rebelde, Bizima Karaha, aseguró ayer desde Angola que sólo existen dos puntos que estén dispuestos anegociar: la marcha de Mobutu y la rendición de Kinshsa. Preguntado si creía que el aún presidente zaireño aceptaría esa agenda, Karaha respondió: "SI no, no se subiría al barco".

El plan de paz de Bill Richardson, embajador de EEUU ante la ONU y enviado por el presidente Clinton a mediar en este conflicto, contempla la creación de un Gobierno de reconciliación nacional, la dimisión de Mobutu por motivos de salud y la entrada negociada de los rebeldes en la capital. Ese Ejecutivo tendría 33 ministros, repartidos por igual entre los rebeldes, la oposición radical (Étienne Tshisekedi) y los partidos mobutistas. Kabila se haría con los ministerios claves: Defensa, Interior y Exteriores. Este Gabinete deberá celebrar elecciones democráticas en un plazo inferior a 15 meses. Sin embago, Kaaraha fue también rotundo en este asunto: "Nada de Gobierno de reconciliación y nada de alto el fuego

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Kabila, que tampoco quería la presencia de Richardson a bordo del Outeniqua -por lo que no se sabe si estará hoy en la reunión-, ha pactado con Mbeki un encuentro breve y en el caso (muy probable) de que no haya acuerdo, su regreso a Angola. Kabila no desea ser un rehén de EE UU, como les sucedió en Dayton a los tres presidentes balcánicos- Milosevic, Tudjman e IzeIvegovic- implicados en la guerra de Bosnia-Herzegovina.

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