Los incidentes enturbian la visita de Major a Belfast
, En un desesperado intento de evitar la derrota que pronostican los sondeos, el primer ministro británico, John Major, visitó ayer Irlanda del Norte, Escocia y el País de Gales, en una maratoniana jornada dedicada a defender la unidad del reino Unido. Con su viaje a Belfast, algo que ningún primer ministro ha hecho nunca en campaña, Major asumió además un considerable riesgo. Una hora antes de que aterrizara su avión en la capital norirlandesa, los artificieros del ejército habían hecho estallar un coche bomba junto a la sede del Sinn Fein, el partido que representa al IRA.
Una llamada telefónica recibida a primera hora de la mañana puso sobre aviso a la policía de la existencia de un paquete explosivo en las inmediaciones de la sede del Sinn Fein en Falls Road, al oeste de Belfast. Artificieros del Ejército hicieron estallar la bomba, de fabricación casera y de unos 50 kilogramos de peso, colocada en el maletero de un coche blanco robado en la otra punta de la ciudad el pasado mes de enero. El presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, culpó a los paramilitares prounionistas del atentado, el segundo contra una sede del Partido Republicano que es abortado por la policía en las últimas semanas.Horas después, una nueva alerta de seguridad obligó a las fuerzas de seguridad a cerrar al tráfico el centro de York, al norte de Inglaterra. La psicosis de atentado se ha extendido por todo el país como consecuencia de las últimas acciones del IRA en Gran Bretaña, destinadas, sobre todo, a provocar el caos en las comunicaciones. En Swindon, cerca de Londres, los artificieros habían hecho estallar a primera hora de la mañana un paquete sospechoso que resultó contener, sin embargo, un par de inocentes zapatillas.
Nada de esto impidió ayer a los estrategas conservadores optar por la defensa de la Constitución británica como lema de combate en una jornada que amaneció con serios nubarrones
en el firmamento tory. Apenas recuperados todavía del impacto mortífero de los sondeos publicados el domingo y de las declaraciones derrotistas de la diputada Edwina Currie, los responsables de la campaña tory optaron por cancelar la rueda de prensa diaria de Major.
En Belfast, protegido por miembros del Royal Ulster Constabulary, la policía local, Major recibió todo el calor humano que no encuentra, normalmente, en sus visitas de campaña en Gran Bretaña. Irlanda del Norte, donde el 60% de la población -1,6 millones de habitantes- se reclama protestante y partidaria del mantenimiento de la unión, es un bastión británico. El discurso de Major fue contundente. "Todo el que vota por el Sinn Fein asume su violencia", dijo; "la única forma de preservar el camino del diálogo es votando a los partidos que defienden una vía pacífica". Precisamente ayer, en un artículo publicado en el diario Irish Time, que se edita en Dublín, el líder laborista, Tony Blair, hacía hincapié en que la violencia del IRA es el principal obstáculo que afronta el Sinn Fein en su camino hacia la mesa negociadora.
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