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El "comando Madrid" había recopilado datos sobre la actual y la anterior cupula policial

Más de 500 personas eran potenciales objetivos del comando Madrid de ETA que hace dos semanas abandonó el piso franco de la calle de Polibea al estallar uno de los detonadores que el grupo guardaba en un armario de la vivienda. En la documentación hallada en ese piso figuraban el secretario de Estado para la Seguridad (Ricardo Martí Fluxá), la actual y la anterior cúpula del Cuerpo Nacional de Policía, el grupo de comisarios que acudió a Bangkok a detener a Luis Roldán, militares, jueces, periodistas y hasta el ex contrabandista Pedro Luis Migueliz Dababie, Txofo.

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El magistrado del Tribunal Constitucional Manuel Jiménez de Parga y el periodista José Luis Martín Prieto son las dos personas sobre las que el Ministerio del Interior tiene constancia de que fueron sometidas a estrecha vigilancia por el comando Madrid. Además de los recortes existentes sobre ambos, los etarras habían hecho anotaciones que demuestran que habían estaba controlando sus movimientos.El comando, a pesar de haber tenido que huir precipitamente del piso, se llevó consigo un ordenador portátil que contenía toda la información ya elaborada acerca de los potenciales objetivos. Pero dejaron abandonadas numerosas carpetas con recortes de prensa y fichas de futuras víctimas, una documentación que "todavía no había sido explotada", según fuentes policiales.

El comando obtenía la mayor parte de su información de periódicos y revistas, algunas de éstas de muy escasa difusión por ser publicaciones de tipo profesional o sindical de la policía, que Interior no ha precisado cómo llegaron a manos de los terroristas. En muchos casos, los activistas habían recortado solamente las caras de las potenciales víctimas con objeto de elaborar una ficha con los datos básicos (identidad, profesión y domicilio).

Los investigadores han comprobado que el comando había localizado el domicilio de numerosas personas a través de la guía telefónica. La policía cree que éste fue el método empleado para localizar la vivienda del teniente coronel Jesús Agustín Cuesta Abril, asesinado en enero al llegar a su domicilio de la calle de Sirio, en el barrio madrileño de La Estrella, muy cerca de la autovía M-30. En otros casos, como en el de un policía, este procedimiento les había llevado a un error: en la guía telefónica no figura ese agente, pero sí otro ciudadano del mismo nombre con el que le habían confundido.

Los comisarios de Bangkok

Otra de las carpetas halladas en el piso de la calle de Polibea correspondía a policías, encabezados por parte de la actual cúpula de la dirección general y la que anteriormente ocupó estos puestos durante el último mandato socialista. Entre las fichas personalizadas elaboradas por los etarras figuran los nombres del ex subdirector general operativo Miguel Ángel Alonso y los de los dos comisarios y los dos inspectores jefes que le acompañaron a Bangkok (Tailandia) para detener y traer a España al prófugo Luis Roldán, ex director general de la Guardia Civil. También figura Gabriel Fuentes, anterior responsable de la Comisaría General de Información (antiterrorista).

Además de los habituales objetivos -políticos, militares y agentes de las fuerzas de seguridad del Estado-, el comando tenía fichados a los responsables de prensa y comunicación de numerosos organismos públicos, así como a conocidos periodistas. Uno de los nombres que más han sorprendido a la policía es el del antiguo contrabandista Pedro Luis Miguéliz Dabadie, Txofo, testigo protegido en la investigación judicial sobre el secuestro y asesinato de los presuntos etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala.

Fuentes policiales sospechan que el grupo que vivía en la calle de Polibea no ha huido de Madrid, sino que continúa oculto en otro piso de seguridad que podría estar situado en el mismo barrio de la Concepción o en el distrito de Ventas. Desde hace varios meses, Interior tiene la creencia de que ETA cuenta con una red de pisos en la zona comprendida entre los distritos de Vallecas y Ventas, cuya principal característica es su fácil acceso a través de la autovía de circunvalación M-30. La Brigada de Infomación de Madrid ha recibido más de 2.000 llamadas de ciudadanos facilitando datos sobre los integrantes del comando, pero no ha obtenido ninguna pista sobre este escondite. Los investigadores barajan la hipótesis de que este nuevo piso no fue alquilado por ninguno de los dos alemanes relacionados con el comando Madrid, en contra de lo que sucedió con el de la calle de Polibea y otros dos más ocupados en los meses precedentes en las calles de Bravo Murillo y del General Álvarez de Castro.

"Si lo hubieran alquilado estos extranjeros, es muy probable que el propietario ya nos hubiera informado, después del follón que se ha montado tras difundirse la vinculación de estos extranjeros con el comando Madrid", según comenta un alto mando policial. Otro de los principales objetivos de los servicios antiterroristas es encontrar alguna pista que conduzca al garaje o bajera donde ETA esconde los automóviles robados y donde posteriormente los reconvierte en coches bomba. La policía está convencida de que la banda cuenta con uno o varios locales de estas características. Sin embargo, los últimos pisos francos localizados en Madrid han dejado al descubierto que éstos también son utilizados como almacén del explosivo y de las grandes ollas con las que después fabrican los coches bomba.

[La policía autónoma vasca desactivó ayer por la tarde tres granadas JK que se encontraban en una campa junto a la gasolinera de lurreta (Vizcaya) y que apuntaban hacia la base de la Brigada Móvil de la Ertzaintza y las instalaciones de Euskal Telebista. La intervención de la policía se produjo tras una llamada de ETA al diario Egin].

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