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COLMENAR VIEJO

Una corrida para hombres

Cuando en tantas plazas está saliendo el torito blandengue y atontao para los toreritos de honorarios abultados, hete aquí que en la plaza colmenareña, de recio abolengo torista y larga tradición de formalidad, aparece el toro cinqueño, serio, áspero y lleno de problemas. Para mérito de los toreros machos que se enfrentaron a él y deleite de la afición que, en escaso número, acudió a este festejo y que nunca se aburrió, a pesar de que no vio ninguna de esas largas faenas de olé y olé ni tuvo muchas ocasiones de airear los moqueros.Los toros de Viento Verde presentaron las dificultades de su encaste y los problemas de la edad. Derribó el primero, que tomó dos varas con codicia. También fue bravo el cuarto. Segundo y sexto tuvieron menos empuje. Los cuatro llegaron a la muleta con el viaje corto y mucho sentido. El tercero manseó. El quinto no tenía un pase.

Viento / Rodríguez, Martín, Encabo

Toros de Viento Verde, bien presentados, bravucones, duros. 3º, manso; 5º bronco. Miguel Rodríguez: aviso, aplausos y saludos; oreja. Miguel Martín: aplausos y saludos; silencio. Luis Miguel Encabo: palmas y ovación. Plaza de Colmenar Viejo, 27 de abril. Un sexto de entrada.

Era una corrida para machos y de machos ejercieron los tres matadores. Miguel Rodríguez cortó la oreja, al cuarto tras una faena importante, en la que se arrimó, aguantó los parones del bicho y terminó por hacerse con un toro que no pasaba por el pitón izquierdo. En su primero toreó también muy tranquilo, bien colocado, metiendo en el engaño a su enemigo. Habría cortado oreja de no fallar con el acero.

Miguel Martín tropezó con un segundo toro áspero y duro, al que dio valerosos pases con la derecha. Con el quinto sólo pudo hacer una faena de aliño. Era un bicharraco con peligro, al que no se pudo picar.

Encabo no se quedó atrás en valor y agallas. Pero sus faenas tuvieron menos calidad. El tercero era un manso huido y lo sometió en algunos muletazos, pero se le escapó a las tablas en la mayoría de ellos. Hizo una faena deshilvanada, con muletazos destemplados al sexto.

Los tres matadores banderillearon y si no hubo lucimiento fue porque los toros echaban la cara arriba.

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