Tocar la fibra
Con una de las carreras más largas y prolíficas de la historia del rock, el galés John Cale continúa en la carretera y exhibiendo a sus 55 años una envidiable forma artística, que le permite seguir afrontando el reto de continuar figurando día a día entre el amplio elenco de artistas no convencionales que mantiene un consolidado respeto entre ya varias generaciones de espectadores. En ese sentido, el concierto al que alude la presente crónica constituye una buena prueba.La excusa para la visita del artista a nuestro país la constituía la presentación en directo del disco Walking locust, que es el último álbum del intérprete y compositor, y el primero tras una década entera de silencio discográfico. Como telonero, el propio manager del artista salió al escenario para pedir al público que, por favor, se abstuviera de hablar y, sobre todo, de fumar durante toda la actuación.
John Cale
John Cale (voz, viola, teclado y guitarra), Lance Doss (guitarra), Bill Donohue (teclados), Phil Cimino (batería) y John Abbey (bajo). Sala KTedral. 2.500 pesetas. Sábado, 26 de abril.
La gente dijo que sí, que bueno. Así que, atacando la viola a los sones de Memphis Tenneessee de Chuck Berry y con el pelo cortísimo y lleno de canas, John Cale aparecía en escena flanqueado por un compacto cuarteto de jóvenes músicos, entre los cuales merece la pena destacar al extraordinario guitarrista Lance Doss, cuyo temple con el bottleneck y en el manejo de las distorsiones protagonizó los mejores momentos musicales de la velada.
Usando siempre de un medio tiempo trotón, John Cale fue repasando algunas de las canciones fundamentales de Walking locust, de las que sobresalen la delicada Entre nous o el tema Crazy egypt, una extraña pieza compuesta y grabada junto al ex Talking Heat, David Byrne.
Sin embargo, John Cale echó mano también de su extenso material del pasado, rescatando para el deleite del buen número de talluditos fans que poblaban la sala lo mejor de sus discos Fear, Slow dazzle, Helen of troy o Artificial intelligence, granaciones básicas a la hora de entender la evolución de una de las caras más oscuras del rock: la que se alejó del glamour del éxito y de la servidumbre de los resultados económicos y se perdió por los más interesantes caminos de la experimentación.
En ese sentido, hay que resaltar la vigencia que canciones de trémula y de delicada belleza, como Dyíng the vine, Guts o Living it up to you, pueden tener ahora, en un mundo en el que el viejo rock'n'roll ha dejado su hueco a otros impulsos juveniles decididamente menos frágiles. John Cale consigue, pese a formar ya parte de la historia, tocar la fibra y eso a cualquier artista le salva siempre la faena.
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