Rusia y China estrechan relaciones frente a la ampliación de la OTAN
El presidente de China, Jiang Zemin, llegó ayer a Rusia en una visita oficial que debe mostrar las nuevas relaciones estratégicas que están estableciendo Moscú y Pekín como respuesta a la ampliación de la OTAN hacia el Este y al papel predominante que desempeña EE UU en el mundo moderno. Además de firmar el tratado sobre reducción de los efectivos militares en la frontera de China con la Comunidad de Estados Independientes (CEI), Jiang Zemin espera ponerse de acuerdo sobre la compra de nuevo armamento a Rusia.
La importancia de la visita de Jiang se vio reflejada en el hecho de que el presidente ruso, Borís Yeltsin, interrumpió sus vacaciones en el balneario de Sochi para entrevistarse hoy con su colega chino. Éste fue recibido ayer en el aeropuerto de Vnúkovo-2 por el primer ministro, Víktor Chernomirdin."El establecimiento de un nuevo tipo de relaciones bilaterales entre China y Rusia no sólo sirve a los intereses vitales de nuestros dos pueblos, sino que también contribuye a la paz, la estabilidad y el desarrollo en la región asiática del Pacífico y en el mundo entero", se dice en una declaración escrita de Jiang distribuida en el mismo aeropuerto.
El líder chino se reunirá hoy con Yeltsin para firmar una declaración política en la que China y Rusia subrayan que el mundo moderno es esencialmente multipolar y "se pronuncian en contra de los propósitos de cualquier país de desempeñar el papel de líder absoluto en los asuntos, internacionales".
Esta declaración, naturalmente, está dirigida ante todo a EE UU, y con ella el Kremlin pretende demostrar que Rusia está decidida a hacer de China su aliado estratégico para contrapesar, de alguna manera, la ampliación de la OTAN. Numerosos observadores opinan que Occidente, al ignorar los intereses rusos en Europa, está empujando al Kremlin hacia Oriente -ya se habla del nuevo eje Minsk-Moscú-Pekín-, y de ahí el estrechamiento de las relaciones de Rusia con países como China, India e incluso Irán.
China es, junto con India, el principal comprador de armas rusas. Aunque el volumen exacto de ventas se mantiene en secreto, especialistas independientes calculan que el 30%-40% de las exportaciones de armamento ruso corresponden a China. Jiang está interesado en mantener la colaboración en la esfera militar y confía en ponerse de acuerdo en Moscú sobre la compra de una nueva partida de cazas SU-27. Moscú ya vendió el año pasado a China una licencia para fabricar 200 aviones de este tipo en un periodo de cinco años, pero, Pekín también está interesado en algunas nuevas modificaciones de este versátil aparato. Entre las otras ventas importantes hechas por el Kremlin a Pekín figuran, según algunos expertos, cuatro submarinos Kilo, los más silenciosos del mundo, varias divisiones del modernísimo sistema antiaéreo S-30OPMU1 y ya está acordada la venta de dos destructores. Ígor Rodiónov, el ministro de Defensa ruso, viajó este mes a Pekín y allí ya preparó varios de los acuerdos.
Además de los multimillonarios contratos militares, Moscú está negociando la participación de un consorcio de empresas rusas en la construcción del complejo hidroeléctrico Tres Gargantas en el río Azul o Yang-tse. Seis consorcios extranjeros compiten con los rusos por el derecho a construir la gigantesca central hidráulica, pero Moscú está seguro de que se quedará con el contrato, que se eleva a unos 400.000 millones de pesetas.
Otro proyecto de gran importancia para el Kremlin es el tendido de un gasoducto que llevará gas ruso desde Siberia Oriental a China. El conducto tendrá unos 5.600 kilómetros y costará alrededor de 1,5 billones de pesetas. Además, también se planea construir un oleoducto para transportar el crudo de la provincia rusa de Irkutsk.
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