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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bibi se libra

EL PRIMER ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se ha librado de cargos penales. Pero difícilmente se librará del juicio de la política. Una política que en Israel ha entrado en aguas agitadas y que arrastra por esta corriente al proceso de paz. Pese al llamamiento de Bibi Netanyahu en apoyo del Gobierno, la incertidumbre política en Israel es grande, 11 meses después de la victoria electoral del líder del Likud.El informe policial relata los siguientes hechos: necesitado del apoyo del partido derechista Shas para aprobar en el Parlamento el acuerdo con los palestinos sobre Hebrón, Netanyahu pactó en enero con el líder de este partido religioso, Arye Deri -acusado de fraude y corrupción en otros asuntos-, el nombramiento como fiscal general (attorney general) de un oscuro abogado, Roni Bar-On. Netanyahu y el ministro de Justicia aceleraron los trámites para este nombramiento. Pero ante el escándalo que se armó por su falta de idoneidad para el cargo, Bar-On renunció a las pocas horas. Dos semanas después, el Canal Uno de la televisión israelí afirmó que Bar-On debía buscar desde la fiscalía general una salida aceptable para Deri en sus procesos, versión avalada por la policía la semana pasada.

La fiscalía general estimó ayer que no hay base suficiente para presentar cargos contra Netanyahu ni contra su ministro de Justicia o el jefe de su Gabinete. Sí señaló que Deri podría ser inculpado, aunque la fiscalía deberá oír antes al líder de Shas. En todo caso, la fiscalía pidió que prosiguiera la investigación de este caso, y en su informe puso de relieve serias deficiencias en el polémico nombramiento de Bar-On. Y no cabe descartar acciones populares o incluso una intervención del Tribunal Supremo para revisar la exculpación decidida por la fiscalía general.

Netanyahu reivindicó ayer su inocencia. Admitió haber cometido "errores", pero no "actos ilegales", y defendió a Bar-On como "un buen hombre". Sin embargo, la decisión de la fiscalía general puede haber abierto una profunda crisis política en Israel. Netanyahu ha quedado seriamente tocado. Y ha empezado a reaccionar como habían avisado sus asesores: atacando a sus adversarios políticos. Pese a su llamamiento a la estabilidad del Gobierno, no cabe excluir totalmente unas elecciones anticipadas, de incierto resultado.

La coalición que apoya al Gobierno ha recibido una carga de profundidad. El voto de los l0 diputados de Shas resulta imprescindible para su estabilidad y este partido no ha hecho pública su decisión. Otros socios de la coalición se mantienen a la expectativa. Y en el propio Likud hay facciones que se muestran contrarias a la actuación del primer ministro, mientras la oposición laborista insiste en su dimisión.

A corto plazo, esta crisis no favorece una reanudación de un proceso de paz que no sólo no ha avanzado en los últimos tiempos, sino que ha retrocedido. Si esta crisis se prolonga, Netanyahu luchará por su supervivencia política probablemente con posturas cada vez más intransigentes ante el proceso de paz y con una lectura regresiva de los acuerdos de Oslo sobre la autonomía palestina. Ayer alertó de su total negativa a la eventual constitución de un Estado palestino. En tales condiciones, le va a resultar más difícil a Netanyahu tomar siquiera en consideración la sugerencia estadounidense de aplazar al menos durante seis meses la construcción de nuevos asentamientos judíos en Jerusalén este, decisión que ha originado la nueva espiral de tensión y violencia entre israelíes y palestinos.

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