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La fiscalía israelí desiste de procesar por corrupción a Netanyahu por falta de pruebas

Minutos después de escapar de las manos de los tribunales, el primer ministro derechista israelí, Benjamín Netanyahu, saltó ayer al contraataque y acusó a la oposición de sabotear su mesiánica visión de un Israel próspero y seguro. "Se acabó", dijo Netanyahu en la primera declaración que dio a la prensa tras la decisión de la Fiscalía del Estado y del Gobierno de cerrar la investigación sobre corrupción por falta de pruebas. "Éste no es un Estado policial", insistió con una enorme sonrisa ante las cámaras de la CNN. Netanyahu está resentido con la prensa israelí en general y con la televisión en particular.

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Ambición, pecadillos, delitos y amnesia

La causa del seísmo político en Israel es una joven reportera del Canal 1 que denunció cómo Ne tanyahu había sucumbido a un chantaje político para mantenerse en el poder.Presentándose como una víctima política y blanco de "rencillas personales", Netanyahu, ojeroso y sombrío, admitió fugaz mente algunos "errores" antes de pasar ferozmente a la carga en el discurso que pronunció a su nación. Fue un castigo verbal vertido implícitamente contra los laboristas. Netanyahu les recordó su derrota en las urnas hace once meses tras una campaña que dividió a quienes, entre muchas otras cosas, creían que es una buena idea devolver tierras arrebatadas a sus dueños árabes y quienes como él, no. En un desafío colateral a Siria, Netanyahu se refirió específicamente a los altos del Golán.

Tras días de incertidumbre total en Israel y acentuada in quietud en todo Oriente Próximo, los Fiscales israelíes anuncia ron que Netanyahu no debe ser enjuiciado porque no hay evidencias de delito. El informe, de 88 páginas, resumen de las investigaciones de la policía, no con tiene una sola vez la palabra "inocente".

"Después de sopesar las evidencias hemos concluído que no existen suficientes pruebas para acusar al primer ministro", de claró Eliakím Rubinstein. El mismo informe, sin embargo abre el camino para que Arieh Deri, jefe del radical partido religioso Shaas y aliado clave de Netanyahu, sea encausado por fraude, extorsión y obstrucción de la ley. Hace siete años que Deri visita los tribunales por un caso de corrupción. El Shaas anunció hace dos días que si Deri, como resultó claro anoche, se convierte en el chivo expiatorio del caso, "habrá un verdadero terremoto" político.

Muchos comentaristas y varios profetas políticos de Israel creen que Benjamín, Bibi, Netanyahu ha superado únicamente el primer asalto de un áspero combate político. El líder del Partido Laborista, Simón Peres, reclamó ayer la dimisión del primer ministro y la convocatoria de elecciones anticipadas en vista de las sospechas que todavía planean sobre Netanyahu pese a la decisión de los fiscales de no procesarle.

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Además de Netanyahu, otros que suspiraban con alivio anoche eran el ministro de Justicia, Tzagi Hanegbi, y Avigdor Lieberman, secretario general del jefe del Gobierno, a quien se conoce como un militante impetuoso y ejemplar del Likud.

"Si se cometieron errores aquí, no fueron sino errores políticos menores, como los que perpetraron Gobiernos anteriores", señaló el portavoz de Netanyahu, Davir Barllán. A pesar de la frecuencia de escándalos políticos en Isarel, no hay precedentes claros de que alguno hay sido los suficiente grave como para derribar a un Gobierno: la ley es una cosa y la política es, fue y será siempre eso, política.

Perder una guerra

Lo anticipaba, ayer por la mañana, horas antes de que los israelíes suspendieran los planes de la cena de la Pascua judía para adaptarla a la hora del telediario, el periódico Yedioth Ahronot. Su editorial, firmado por Sever Plotsker, decía que para perder el poder en Israel no es suficiente ser corrupto, sino que hay que perder una guerra, y Netanyahu todavía no ha perdido ninguna. Los fieles que votaron a Netanyahu en mayo pasado le siguen siendo leales hoy, subrayaba el editorialista, porque el escándalo no había sido lo suficientemente traumático: "no hubo derramamiento de sangre". "Nuestros políticos", continuaba Yedioth Ahronot, "se manchan a menudo de barro los pies y aún así salen desembarrados. Se sacuden el lodo como el pato se sacude el agua. Una buena sacudida del pato y el animal queda seco".

Anoche se hacían apuestas acerca de si Netanyahu podrá zafarse del caso Bar-On y mantener su coalición de derechas en la que Deri, como jefe del Shaas, juega un papel clave y que, tras la declaración de los fiscales de ayer, acaso se sienta como un paria. Además está el partido B'Aliya, del ministro Natan Sharansky, que cuando estalló el escándalo declaró: "Si en esta denuncia hay un diez por ciento de verdad, nos retiraremos del Gobierno". Dan Meridor, el ministro de Finazas, dijo a través de un portavoz que si se descubría alguna ilegalidad en la conducta del Gobierno se iría. Hay por lo menos otros tres miembros del Gabinete que meditan, o por lo menos se lo pensaban anoche, si es conveniente o no salirse del Ejecutivo o apoyar a Netanyahu.

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