La emoción popular que venció al riesgo artístico
La victoria ha sido de las mayorías, de la caricia, de la equidad social, de una historia que a todos nos afecta, del pinchazo de emoción un tanto subrayado pero incuestionable
![Maribel Verdú y Leonor Watling despiden la gala de la 39 edición de los Premios Goya.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/STRSKHNX4QNZ3COLZGSFESQYGI.jpg?auth=1718b35569ca763c31b07f323dc1765e456596386dbd53a9df76e5b7d956da09&width=414)
Desde el nacimiento de los Goya, como también ocurre en los Oscar, no pocas veces su premio final ha estado basado en la dicotomía entre el sólido cine popular que agrada a todos, y el ímpetu del cine artístico que, por su complejidad narrativa, no alcanza el corazón de una parte de los espectadores ni de los votantes. Cómo no recordar los galardones a la mejor película para La sociedad de la nieve en detrimento de Cerrar los ojos; de Vivir es fácil con los ojos cerrados frente a Caníbal, y, el más exagerado, el de Campeones frente a El reino y Entre dos aguas. Y aunque también se hayan dado los casos contrarios, como el sorpresón del triunfo de La soledad (apenas tres goyas, por siete de El orfanato), en esta gala de 2025 ha vuelto a ocurrir. Las más creativas, novedosas y arriesgadas en lo artístico eran Segundo premio y La estrella azul. Sin embargo, la victoria ha sido de las mayorías, de la caricia, de la equidad social, de una historia que a todos nos afecta, del pinchazo de emoción un tanto subrayado pero incuestionable. Goya a la mejor película para El 47, ‘ex aequo’ con La infiltrada. Manolo Vital, el ya célebre inspirador de la primera, nos ha gritado: “¡Señores!, ¿y esto qué es?”.
Las quinielas más experimentadas empezaron a derrumbarse en la primera curva con el asombroso laurel al mejor actor de reparto para Salva Reina, magnífico, pero con un papel mucho más corto y menos relevante que el de los favoritos de su categoría, lo que empezó a augurar una noche de ensueño para El 47. Después sí se fueron cumpliendo, con justicia, los galardones interpretativos para Eduard Fernández (por Marco, aunque hubiera ganado exactamente igual por El 47, en un año maestro para él), Clara Segura, Laura Weissmahr y Pepe Lorente, pero acabaron con otra sorpresa: la de Carolina Yuste venciendo a la esperada Emma Vilarasau. Segundo premio se llevó los que más claramente debía llevarse: los de sonido y montaje (aunque el prodigio de Takuro Takeuchi se quedó sin el de fotografía, en beneficio del gran trabajo de Edu Grau por La habitación de al lado); y, por supuesto, ese milagro de dirección al alimón entre Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, en unas circunstancias en principio imposibles por culpa de la trágica enfermedad de la hija de Lacuesta y de la productora Isa Campo. Como en la letra de la canción de Los Planetas que le da título, “es imposible que hayas olvidado / lo que los dos podíamos hacer”, Segundo premio, que, durante meses, durante años, aspiró a convertirse en película maldita, a no poder realizarse por culpa de distintos imponderables, queda de todos modos para la historia del cine español como el torrente de imaginación poética, sonora y visual que es.
No era un año para que una sola película arrasase, y se ha cumplido, en una gala con estupendas actuaciones musicales, una discreta presentación de Maribel Verdú y Leonor Watling, y el shock final del histórico empate. En cierto sentido, el reparto resulta (casi) ejemplar. En otra cosecha excelente, con producciones para todos los gustos y en estilos radicalmente opuestos, y en el que obras tan vigorosas como La virgen roja, Los destellos, La casa, Volveréis y La habitación de al lado se habían quedado fuera del quinteto final a mejor película, el triunfo de El 47, tras los aplausos recibidos al final de innumerables proyecciones en las salas, y de La infiltrada, la más taquillera, supone el refrendo del mejor cine popular. El de una sociedad abierta a todos, que quiere recordar a los mejores, a los que abrieron caminos para los más desfavorecidos y lucharon contra la barbarie. Aunque, en este caso, haya sido en perjuicio del cine que verdaderamente abre nuevos trayectos para el arte.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
![Javier Ocaña](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F0a9c1fcf-f1b6-4419-8f95-44bc33b72ce0.png?auth=3ef189c10a9b9611e7bcb68f8e81829695ff9e49107530c381cd7af45227922e&width=100&height=100&smart=true)