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Un funcionario de prisiones, tiroteado por dos etarras cerca de su casa de Rentería

El funcionario de la prisión donostiarra de Martutene Juan José Baeza, de 46 años, salvó ayer la vida al escapar a la carrera de los disparos de dos activistas de ETA que le salieron al paso cerca de su casa en Rentería Guipúzcoa). Herido de un balazo en el cuello, Baeza echó a correr hasta su domicilio perseguido por los terroristas, que disparaon contra él hasta ocho veces. El funcionario, que está fuera de peligro, es padre de tres hijos, militante del PSOE y afiliado a UGT. Tres trabajadores de Martutene han sido asesinados en los últimos años por ETA. El último, el pasado 11 de marzo.

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Pintadas en la fachada
Los trabajadores de las cárceles, en el punto de mira

El atentado se produjo sobre las 15.20 de ayer, cuando Juan José Baeza se encaminaba a su domicilio del número 2 de la calle del Polígono Olivet, de Rentería, a donde se había trasladado en tren desde la prisión.La víctima sospechó del hombre y la mujer que le salieron al paso cuando caminaba por la acera. Esa duda, activada por el estado de alarma permanente en que viven los funcionarios de la prisión donostiarra, evitó seguramente que los pistoleros hicieron un blanco certero.

Uno de los etarras le disparó un tiro en la parte posterior del cuello. Pero Baeza reaccionó con celeridad y echó a correr hacia su casa atravesando el aparcamiento del barrio Olivet de Rentería, una zona de bloques de 15 pisos construidos en torno a una escuela Infantil. Los terroristas le persiguieron de cerca disparando simultáneamente sus armas durante unas decenas de metros, pero finalmente optaron por desistir de su propósito. Según un testigo, los agresores huyeron en un moto negra.

Exhausto y ensangrentado, el herido consiguió llegar al portal de su bloque, subir en ascensor hasta la duodécima planta y tocar el timbre de su casa antes de desplomarse ante su esposa, Justa Bermejo, y sus hijos. Minutos después, una vez recuperado, el funcionario bajó a la calle por su propio pie con una toalla anudada al cuello para taponar la hemorragia.

Pese a haber sido alcanzado en el cuello con un disparo efectuado a quemarropa, los médicos no temen por su vida ya que la herida sólo le desgarró tejidos musculares.

El atentado es el cuarto de que son víctimas los funcionarios de la prisión de Martutene y el primero no mortal. El de ayer es el octavo atentado de la organización terrorista durante 1997.

En el mismo lugar en el que ETA había intentado matarle unos minutos antes, a la espera de que le recogiera la ambulancia que le trasladaría al Hospital de Nuestra Señora de Aránzazu en San Sebastián, un ertzaina habló con él y encontró a un hombre sereno. Diseminados en un radio de decenas de metros, la Ertzaintza recogió en la plaza siete casquillos, de los calibres 9 y 22 milímetros, y un cartucho sin percutir.

Un casquillo encontrado en la acera, los que aparecieron en el centro del aparcamiento y la luna destrozada de una furgoneta blanca daban cuenta de la trayectoria diagonal seguida por la víctima y sus perseguidores.

Según el parte médico, Juan José Baeza ingresó en el servicio de urgencias del hospital donostiarra a las 15.55 horas "con una herida por arma de fuego con orificio de entrada en la región submastoidea izquierda y de salida en la región submastoidea derecha, sin afectación de estructuras óseas ni nerviosas".

Sus vecinos ignoraban que Baeza trabajara como funcionario en la cárcel de Martutene. Natural de Torremejía (Badajoz), pero residente desde niño en Rentería, trabajó con anterioridad en la empresa Iberconta como maestro industrial. Tras quedarse en paro, trabajó durante tres años en el Ayuntamiento de Rentería y posteriormente estudió Derecho y en 1992 se hizo funcionario de prisiones. Trabajó en Daroca (Zaragoza), en Nanclares de Oca (Álava) y desde hace tres años en Martutene, un destino que él mismo solicitó.

El nombre de Baeza no figura en la lista de los 15 funcionarios de la prisión donostiarra que han solicitado el traslado fuera de Euskadi a raíz del asesinato, el pasado 11 de marzo, del psicóloco de esa cárcel Francisco Javier Gómez Elósegui, pero se sabe que aspiraba a otro destino dentro del País Vasco.

Ayer, tras acabar su trabajo en el área administrativa de la prisión donostiarrá, tomó el tren para volver a Rentería aprovechando que el apeadero está a 100 metros de su casa, muy cerca del lugar en el que años atrás ETA asesinó de un tiro en la nuca a un empleado de Telefónica.

También allí, en el barrio de Olivet, los carteles de los simpatizantes de ETA claman por los derechos supuestamente violados de los presos etarras y piden solidaridad con Idoia López Riaño, Anselmo Olano y Jokin Urain, nacidos en esa población.

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