Ahora, la inversión
EL BANCO de España disponía de muy pocos argumentos para no bajar los tipos de interés. El objetivo de inflación se está cumpliendo con asombrosa holgura, la cotización de la peseta permanece clavada respecto al marco y los mercados financieros otorgan una confianza notable a los méritos de la economía española para estar en la UEM. Por otra parte, la debilidad de la demanda interna hace aconsejable que se mantenga el descenso en el coste del dinero, sin que ello suponga ahora mismo un riesgo de calentamiento de la economía. De forma que su decisión de rebajar el tipo de intervención en 0,25 puntos para situarlo en el 5,50% era casi un trámite, descontado ya por los mercados, y que lleva camino de convertirse en una rutina monetaria. En los cuatro meses de este año el descenso de los precios ha permitido bajar los tipos en tres ocasiones.Es previsible que continúe la mejora de la inflación y, por lo tanto, que la autoridad monetaria tenga márgenes para bajar de nuevo el tipo de interés de referencia. Pero los consumidores no podrán beneficiarse del bajo coste del dinero si los bancos e instituciones financieras no traducen el gesto del Banco de España en rápidos recortes del tipo de interés de los créditos, en particular de los hipotecarios. En los últimos 12 meses el tipo de intervención se ha reducido en más de tres puntos, sin que los usuarios de los préstamos bancarios se hayan beneficiado en el mismo grado de tal ahorro. Para que la reducción del coste del dinero se traduzca en un aumento del consumo y de la inversión, las señales del banco emisor deben traducirse de forma casi automática en recortes efectivos de los créditos; si no, se pierde el efecto de oportunidad, en el caso de la inversión, y de cálculo de nuevos gastos en el del consumo.
El entorno de baja inflación y dinero más barato cambia el acento de la economía. Los empresarios ya no pueden escudarse tras la inflación excesiva, el elevado coste del dinero o la excesiva rigidez del mercado de trabajo para explicar una evolución mediocre de la inversión. En estos momentos se dan las condiciones macroeconómicas que siempre han solicitado. En este contexto óptimo, que el Pangloss de Voltaire hubiera identificado seguramente con "el mejor de los mundos" en cuanto a estabilidad económica, los empresarios están obligados ahora a demostrar su capacidad de gestión con el desarrollo de nuevos proyectos de inversión.
La conclusión inevitable del argumento es que el clima de estabilidad económica ya no puede desvincularse de la obligación de crear empleo. El plan de estabilidad del Gobierno español debería incluir el objetivo de reducir la tasa de desempleo por debajo del 20%. Por encima de esa cifra, los éxitos en inflación o déficit público carecerán de proyección social. Como prueba de que el acento se desplaza cada vez más hacia el problema del empleo, el informe anual del Instituto Monetario Europeo (IME) ha llamado la atención sobre la elevada tasa de paro en Europa y su carácter estructural. Tal como discurren los acontecimientos, quizá no sea excesivo suponer que la inflación es el mal económico del pasado y el paro será la dificultad más grave del futuro.
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