Pacto sobre Cuba
¿UN COMPROMISO sin vencedores ni vencidos? De momento, lo que hay es sólo un principio de acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea para poner fin al contencioso sobre la ley Helms-Burton y el comercio con Cuba. Esencialmente, consiste en que la UE se comprometería a no presentar alegaciones ante la Organización Mundial de Comercio en contra de la ley citada, a cambio de lo cual Washington limaría las asperezas más evidentes de la misma.El Gobierno norteamericano aceptaría suspender indefinidamente -no derogar- el título III de la ley que faculta a los ciudadanos estadounidenses a pleitear ante sus tribunales contra las firmas extranjeras que comercien con bienes norteamericanos nacionalizados por el régimen de Castro; y una enmienda al título IV para que se deje de perseguir a los empresarios extranjeros afectados ' por la norma. Los representantes de Francia, Bélgica, Italia y notablemente España han decidido esperar a mañana para dar o no validez al acuerdo, sobre cuya vaguedad han expresado dudas. De formalizarse finalmente el pacto, la UE suspendería, también indefinidamente, el pleito planteado ante la OMC.
Este acuerdo de mínimos es consecuencia de una doble insatisfacción. Los europeos saben que el presidente Clinton ni siquiera va a intentar que un Congreso, con mayoría republicana, derogue la ley, y Washington no ignora que tiene grandes probabilidades de perder el pleito ante la OMC, a la que dejaría en mal lugar si hiciera caso omiso de su fallo en momentos en que se exige a China el cumplimiento de las disposiciones de la organización como garantía de buen comportamiento para la inserción de Pekín en el comercio mundial.
En esta situación, las acusaciones contra el empresario español Javier Ferreiro, detenido en Miami, que puede ser sentenciado hasta a 20 años. de cárcel por violar la ley del embargo a Cuba, pueden servir de medida de apaciguamiento -chivo expiatorio- a la línea más dura republicana, la del senador Helms, en lo referente al acuerdo con la UE sobre la ley que lleva su nombre.
El compromiso tiene más agujeros que un colador, cabe interpretarlo de las formas más diversas, ni siquiera es seguro que se lo vaya a tragar la Cámara de Representantes norteamericana, y, en especial, no da marcha atrás en la cuestión de principio: ni siquiera Estados Unidos puede promulgar leyes que afecten a ciudadanos de terceros países. Un dislate tan grande como la misma ley del embargo contra Cuba, que no contribuye a la democratización de la isla.
Son razones suficientes para no aprobar el acuerdo; pero como tregua, si Europa aclara que sigue sin aceptar la idea misma de la Helms-Burton, puede evitar un enfrentamiento que a nadie conviene. El acuerdo vale para ganar tiempo, no para resolver el problema.
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