El mediador del Vaticano en la crisis de los rehenes visita al líder del MRTA en la cárcel
Aislado en una celda subterránea de la base naval de El Callao, y ajeno probablemente a que su compañero de armas Néstor Cerpa Cartolini, exige, desde el 17 de diciembre, su liberación a cambio de la vida de las 72 personas secuestradas en el asalto a la residencia del embajador japonés en Lima, el número uno del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), Víctor Polay Campos, recibió en la noche del viernes una inesperada visita. Llegó al islote de la Marina Juan Luis Cipriani, obispo de Ayacucho, prelado de la confianza del presidente Alberto Fujimori y representante del Vaticano en la Comisión de Garantes encargada de preparar una solución pacífica de la crisis de los rehenes.
La entrevista de su miembro más influyente con Polay constituye el movimiento público de mayor significado entre los ensayados para evitar un desalojo violento de la legación diplomática. Establecer contacto con Víctor Polay había sido una de las peticiones de Cerpa desde la interrupción a tiros de la recepción por el cumpleaños del emperador Akihito.De visita oficial en Bolivia, cuyo embajador en Perú figura entre los rehenes -en exigencia de la liberación de cuatro presos del MRTA sentenciados por secuestro en La Paz-, Fujimori descartó una intervención militar, salvo en el caso de "una emergencia incontrolable". Los objetivos fundamentales de las conversaciones en curso, dijo, son nacionales, jurídicos y humanitarios. "No nos guiamos por intereses de tipo político o las encuestas". El jefe de Estado peruano no quiso comentar la visita del obispo a una prisión cuyo régimen interno se denuncia como inhumano, pues pretende el derrumbamiento físico y psicológico de los presos mediante su total aislamiento: veintitrés horas y media al día en celdas excavadas a ocho metros de profundidad, y 30 minutos de patio, también a solas. "Estoy tratando de comunicarme con la Jefatura Naval para constatar la visita", esquivó Fujimori en la conferencia de prensa de Santa Cruz de la Sierra. El comando atrincherado en la residencia del barrio de San Isidro reclama, al menos en todas sus comunicaciones a la prensa, la liberación de los al menos 440 presos del MRTA, y se refiere a las "cárceles-tumbas".
Polay, de 44 años, cuya familia militó en el opositor partido APRA, socialdemócrata, admira a Fidel Castro y compartió clases de Sociología y Economía Política en la universidad parisina de La Sorbona con el ex presidente Alan García, perseguido ahora por la justicia peruana por corrupción y declarado reo contumaz. El jefe y fundador del MRTA, capturado en 1993, fue condenado a cadena perpetua acusado de terrorismo, delitos de sangre y secuestro de empresarios. Nada sabe de la toma de la residencia diplomática porque desde entonces permanece incomunicado, afirmó su madre. El Gobierno suspendió las visitas de familiares, Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y abogados a los reclusos del MRTA para impedir acciones coordinadas entre éstos y los ocupantes de la residencia.
Sin información oficial sobre el contenido de la entrevista de Cipriani, varios observadores sostienen que el principal objetivo de su visita a la base de El Callao, cercana a Lima, es conseguir que Polay libere a Cerpa de su compromiso a muerte con la liberación de presos. El Comandante Evaristo podría atemperar su intransigencia en las complejas negociaciones si el obispo, cabeza visible del Opus Dei en Perú, le hace saber fehacientemente que Víctor Polay le agradece la solidaridad y aguante demostrados con tan prolongada ocupación, pero asume la imposibilidad de arrancar al Gobierno la excarcelación de todos sus compañeros. La mejora de la situación carcelaria, la revisión de condenas y probable liberación encubierta de intemos sin delitos de sangre, y el refugio en Cuba del comando, pueden ser conquistas suficientes.
Por tanto, según el mensaje que Cipriani quisiera llevar a Cerpa, Polay Campos asume continuar en prisión a la espera de una amnistía o indulto en el marco de un acuerdo de paz y posterior desarme del MRTA. Este cuadro, sin embargo, no deja de ser una hipótesis, razonable porque el prelado calla y las negociaciones son ciclotímicas, sujetas a altibajos.
La última gestión de Cipriani, las frenéticas reuniones de la Comisión de Garantes con Cerpa y el Ejecutivo, y el viaje de Fujimori a Bolivia para conciliar posiciones con el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada demuestran, de todas formas, que el proceso aborda puntos sustantivos y avanza, aunque no a la velociad deseada.
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