De mal en peor
LA PAZ retrocede día a día. Oriente Próximo está, una vez más, al borde del abismo, con Israel en pugna permanente con los palestinos y el mundo árabe. La espiral del terrorismo y la represión siguen girando. Los sucesos de ayer, con cuatro palestinos muertos por el fuego israelí, al tiempo que se afianza la segunda Intifada, son reflejo de que ya no se vive en tensión, sino en confrontación. Máxime cuando, según Israel, dos de los abatidos se disponían a un atentado suicida.El origen de este rebrote de violencia sigue estando en la decisión del Gobierno de Netanyahu de autorizar e iniciar la construcción de 30.000 viviendas para israelíes en Jerusalén este, gota que colmó el vaso de la frustración palestina tras la lentificación del proceso de paz por Netanyahu. Este ha conseguido paradójicamente resucitar a la Liga Árabe, cuyos ministros de Exteriores han tomado el acuerdo de congelar las relaciones con Israel en el terreno diplomático y económico, decisión que han de ratificar aún los jefes de Estado de los países miembros.
El aislamiento de Israel va de la mano de su empecinamiento. La mediación intentada por Estados Unidos a través del enviado especial Dennis Ross no parece haber dado fruto alguno, aunque Washington prepara otras iniciativas. La escasa esperanza inmediata se centra, una vez más, en el rey Hussein de Jordania, que se encontraba ayer en Washington y que mantiene su capacidad de interlocución con todas las partes.
El proceso de paz es también, en parte, víctima de las tensiones entre la Autoridad Nacional Palestina, que preside Yasir Arafat, y los extremistas de Hamás o de la Yihad Islámica. Netanyahu afirma que Arafat no es capaz de controlar el terrorismo y Clinton le desmiente, pero, desde luego, el primer ministro israelí se excede al sugerir que el líder palestino fomenta estas actividades criminales, ya sea directamente, ya sea al liberar a supuestos terroristas encarcelados.
Netanyahu intenta evidentemente rediseñar un proceso de paz que se sostiene sobre una lógica que lleva, tarde o temprano, al establecimiento de un Estado -por limitado que sea- palestino. El propio Netanyahu, afirma que se propone forzar "un ajuste de las expectativas de los palestinos". Ahora bien, el proceso de paz, que ya iba cuesta arriba, necesita, como las bicicletas, un constante pedaleo para avanzar, so pena de caerse, lo que tendría consecuencias dramáticas para toda la región. Netanyahu niega el proceso iniciado en Oslo sin ofrecer una visión alternativa. Con ello no cabe esperar otra cosa que no sea un empeoramiento de la ya difícil situación por la que atraviesa la zona.
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