La 'Patrulla verde' multó a 43 personas por cazar en parques públicos
Los agentes de la patrulla ecológica de la Policía Municipal de Madrid sorprendieron el año pasado a 43 cazadores de conejos en diversos parques urbanos y a 33 pescadores de ciudad (uno de estos, últimos fue multado por conseguir 158 carpas en el Manzanares, a su paso por la M-40); recuperaron 17 aves protegidas (una de ellas, atrapada en Mercamadrid), tres serpientes (una en el rellano de la escalera), y cuatro iguanas (una en el inodoro de una casa).
Los miembros de esta patrulla, además de controlar vertidos en los arroyos, molestias por ruidos o atentados ambientales, deben hacer frente a decenas de anécdotas protagonizadas por animales. Recogieron enjambres de abejas en sitios peligrosos o rescataron animales perdidos. El número) de estos policías ecológicos llega a 70 y éstas son algunas de sus aventuras: Serpiente en la escalera. "Nos llamaron hace unos meses diciendo que fuéramos a por una boa que estaba en la escalera de una casa de Canillejas", relata el jefe de la patrulla, José Luis Montero. El dueño de la serpiente era un joven al que su madre (el policía no precisa si por el animal) había echado de casa. El muchacho decidió apostarse en la escalera con su mascota preferida para pasmo del vecindario. "La boa fue al zoológico, pero no sé qué pasó con el dueño", dice el policía.La ardilla errante. No se explican cómo, pero el hecho es que un día del año pasado una ardilla del Retiro fue descubierta en un árbol de la calle de Santa Engracia, distante unos dos kilómetros. "Suponemos que llegaría saltando de árbol en árbol, aunque aún no acabamos de explicárnoslo", dice el policía.
La iguana en el baño. Otra de las misiones más originales que acometió esta patrulla ecológica fue la de sacar una iguana de la taza del wáter de un ciudadano. "Llegaría por las tuberías", aventura Montero. "Los miembros de la patrulla ecológica la recogieron y la transportaron al zoo". El jefe de este grupo especial de agentes relata que el año pasado también acudieron a recoger lagartos, serpientes o iguanas de personas que, cuando comprueban que los animales han crecido más de lo debido "los sueltan en un parque cercano".
Pescadores de autopista. El año pasado, los policías atraparon a 33 pescadores de ciudad. La mayoría, en el Manzanares. "Sin licencia", apunta el jefe de la brigada. A uno de estos pescadores los policías le pusieron una multa de 105.000 pesetas por haber atrapado más de 158 carpines. El resto de los denunciados fue encontrado pescando en estanques de parques. Esto último no está prohibido en el lago de la Casa de Campo, siempre y cuando se guarden unas reglas: los peces atrapados han de ser devueltos al agua y hay que pescar con la licencia pertinente.
Las cotorras salvajes. En una zona determinada de la Casa de Campo, denominada Las Moreras, existe desde hace más de dos años una colonia de cotorras descendiente de alguna pareja escapada de una jaula. Los policías ecológicos, que pasan a menudo por allí, ya han comprobado un fenómeno: el aumento de la colonia y su consiguiente expansión a otras áreas del parque. "Son muy duros estos periquitos", dice el jefe de este grupo. "Echan a las urracas y a quien sea cuando se plantan en un árbol". Las prostitutas que se apostan cerca ya se han acostumbrado a esta compañía.
El paraíso de las perdices. Una colonia de perdices ha anidado en una zona boscosa del parque, protegida del paso de visitantes: Son 200 ejemplares soltados el año pasado por el Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid. Al contrario de las cotorras, estas perdices andan muy felices y confiadas por esa zona. "No sé qué podemos hacer para acostumbrar a estas perdices a que anden con un poco más de cuidado, porque como salgan de la zona protegida, seguro que las atrapa alguien", dice Montero, quien confiesa que nunca ha cazado nada en su vida.
Un águila en Mercamadrid. A lo largo del año pasado, estos particulares policías rescataron un águila, un buitre, una cigüeña, tres halcones, tres cernícalos, un búho, una lechuza, dos mochuelos, tres cisnes y un pollo de cisne.
El rescate más aventuro fue el del águila: los agentes tardaron todo un día en conseguir reducirla dentro de las inmensas naves de Mercamadrid. El ave fue trasladada al zoo y las dependencias del mercado central recobraron la tranquilidad.
El buitre fue encontrado en un punto de la carretera de Extremadura y, como en muchas otras ocasiones, los policías no llegaron a imaginarse qué diablos hacía un ave de semejantes características en un sitio transitado cómo ése.
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