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Dorfman defiende una literatura que incluya "los grandes interrogantes morales de hoy"

El escritor chileno retorna en 'Konfidenz' los temas de 'La muerte y la doncella'

Miguel Ángel Villena

La lealtad y la aspiración a la justicia; el deseo de venganza de personas que han sufrido torturas; la perplejidad ante un mundo caótico marcado por traiciones y engaños; los límites entre apariencias y realidad. Todo ello define la frágil cuerda sobre la que buscan un equilibrio casi imposible los personajes de Konfidenz (Alfaguara), la última novela del chileno Ariel Dorfman,autor de la famosa obra teatral La muerte y la doncella. Este escritor latinoamericano residente en Estados Unidos explica: "No entiendo una narrativa que no incluya los grandes interrogantes morales de hoy".

Se muestra enfadado Dorfman por esa etiqueta que algunos le han colocado como escritor de temas políticos, como autor comprometido con la época que le ha tocado vivir. "Parece que si tienes inquietudes políticas pierdes el derecho a hacer experimentos narrativos", comenta. "Me gusta", añade, "contar historias sobre gentes que tienen obsesiones políticas, pero siempre desde la perspectiva de darles un carácter universal, de trascender la anécdota y el localismo. Además, si existe un mercado globaI, debe funcionar una moral global ¿o no?" Nacido en Buenos Aires en 1942 y ciudadano chileno, Ariel Dorfinan padeció persecución política durante la dictadura de Augusto Pinochet y hubo de exiliarse a Estados Unidos, donde reside desde hace 17 años e imparte clases de literatura.Los regímenes autoritarios que sojuzgaron a muchos países latinoamericanos y, sobre todo, las discutibles transiciones hacia la democracia han inspirado buena parte: de la obra de Ariel Dorfman, que se reparte entre el teatro, la narrativa y el ensayo con incursiones recientes como guionista de cine. El arrollador triunfo de La muerte y la doncella en escenarios de todo el mundo, y su posterior versión cinematográfica, dirigida por Roman Polanski, lanzaron a la fama a este intelectual que ya se considera más un expatriado que un exiliado. "No discuto el consenso que se alcanzó en Chile como salida hacia la democracia", relata, "pero aquel pacto vino acompañado de un alarmante miedo al conflicto, de la suposición ampliamente aceptada de que el pasado no existió. Yo creo que una democracia es tan fuerte como los conflictos que es capaz de soportar".

Con una aureola de escritor perturbador, que el propio Dorfman admite, su talante contagia, por contra, un aire conciliador y dulce. "Me pongo furioso cuando escribo, necesito soltarlo todo, vomitar lo que pienso", exclama el' autor. Cuando hace siete años regresó a Chile con la intención de instalarse no encontró su sitio en el país surgido de una larga dictadura (1973-1989). "Una amiga me comentó", recuerda, " que en el Chile de hoy había que abrirse paso a codazos y ya no tengo edad para utilizar así los codos. En definitiva, me di cuenta de que era más extranjero en Chile de lo que había pensado. Mi país se ha vuelto muy conservador y muy beato".

Al igual que ocurriera en La muerte y la doncella, la idea de la lealtad vertebra toda la última novela de Dorfman. "La lealtad hacia las personas debe ser un valor máximo", sostiene Dorfman, "y esta actitud debe partir de la lealtad hacia uno mismo porque no puedes amar si te odias., Las ideas políticas pueden y deben cambiar, pero la lealtad hacia una ética es algo que habría de permanecer". Según su autor, la búsqueda de Paulina, personaje central de La muerte y la doncella, "va encaminada a la lealtad como confirmación de su existencia tras haber sido traicionada muchas veces".

El hilo de Konfidenz pone el enfásis en una cuestión eterna: ¿Hasta qué punto podemos confiar en los otros? Dorfman oculta al lector la época en que transcurre la acción hasta un punto avanzado de Konfidenz para reforzar su carácter de parábola universal. "La traición está presente", cuenta el escritor, "en cualquier época, pero al final situé los acontecimientos en un momento terrible como fue la invasión nazi de Polonia, el estallido de la II Guerra Mundial y el pacto Hitler-Stalin que descolocó a los fanáticos del fascismo y del comunismo".

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