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REUNIÓN EN HELSINKI

Frustración rusa ante los proyectos de ampliación de la OTAN al Este

Pilar Bonet

Los proyectos de ampliación de la OTAN al Este han sumido a las élites de la política internacional rusa en una crisis de identidad de consecuencias difíciles de prever. Un grupo de expertos que ayer, en el marco de la campaña de propaganda del Kremlin, explicaron en Helsinki las relaciones, entre Moscú y Occidente parecían sentirse acorralados y obligados a defender posiciones ajenas a ellos mismos.

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Ante la imposibilidad de acercarse a los amigos occidentales en quienes confiaban para integrar a su país en las estructuras internacionales, los rusos sofisticados de educación y pensamiento occidental se sienten frustrados y, en su discurso, se combinan hoy las amenazas a medias con la confesión de los propios errores, la autocrítica por la propia ingenuidad y el resentimiento ante Occidente por las promesas y actitudes que ahora son percibidas como engaño. Esta mezcla de sentimientos quedaba patente en las declaraciones de Yuri Baturin, el secretario del Consejo de Defensa, quien, tras asegurar que Rusia no desea entrar en la OTAN, agregó: "Y además, no hemos recibido invitación".Los rusos manifiestan su impotencia para oponerse a la ampliación de la OTAN, pero también aceptan que tienen parte de la responsabilidad por el proceso que ahora tratan de parar. La tienen, afirman ellos mismos, por no haber exigido compromisos formales en época de Mijaíl Gorbachov, cuando Occidente hacía promesas verbales de no extender alianzas al Este. La tienen, afirman también, por haber descuidado los procesos internacionales que han sucedido durante los últimos años, y por haber estado absorbidos por la guerra de Chechenia, una contienda que ha puesto de manifiesto la impotencia de la máquina militar heredada de la URSS y ha alentado a los países del Este de Europa a lanzarse en brazos de la OTAN.

El vicesecretario del Consejo de Seguridad, el empresario Borís Berezovski, reconoció ayer que Ias señales que Rusia ha emitido durante dos años no habían sido las correctas". Pero también invitó a Occidente a acabar con los dobles raseros y a preguntarse honestamente si quiere construir el futuro con Rusia o sin Rusia. "No he encontrado respuestas a las preguntas básicas porque no las hay", señaló Berezovski. "No importa quién invita a quién. La pregunta es si Rusia puede entrar en las instituciones democráticas occidentales", afirmaba Berezovski.

Serguéi Karaganov, el vicedirector del Instituto de Europa, por su parte, sostenía que no había prisa para el acuerdo entre Rusia y la OTAN, y señalaba que Rusia debía intentar obstaculizar tanto el cumplimiento de la primera fase de expansión al Este como ulteriores fases. Los expertos intentaban también demostrar que Rusia, pese a sus problemas económicos y militares, puede dar una respuesta a la ampliación de la OTAN. Pero para que estas afirmaciones resulten verosímiles los rusos tienen que contradecir a veces a sus colegas. Así, en contra de lo que recientemente ha afirmado el ministro de Defensa, Igor Rodiónov, Baturin aseguró que el sistema de mando de las fuerzas estratégicas es tan bueno o más que en Occidente. Sin embargo, Baturin puntualizó que estas ventajas se referían al "tiempo de paz", pero no al tiempo de guerra.

Preguntados sobre las causas que tienen los antiguos aliados de la URSS en el Pacto de Varsovia para querer entrar en la OTAN, los representantes rusos guardaron un largo silencio, que fue seguido de una carcajada, antes de poder reaccionar y dar sus interpretaciones. A la causa común de intentar parar el avance de la OTAN no contribuyeron tampoco las afirmaciones de dos empresarios miembros de la delegación propagandística rusa, según los cuales los peligros de conmoción social en el interior de Rusia son mucho mayores que los que se derivan de la extensión de la Alianza Atlántica.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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