Suárez: "La Constitución no impuso a nadie una idea de España"

En un momento en que el debate político está protagonizado por las peticiones y quejas de los nacionalistas, el ex presidente Adolfo Suárez defendió ayer la idea de España -entendida como una realidad histórica en la que deben ver respetada su diversidad las comunidades y grupos que la componen- al recibir la medalla de Oro de Castilla y León, el más alto galardón que concede el Gobierno regional. Al hacer entrega del premio, el presidente de la comunidad, Juan José Lucas, calificó a Suárez de "pacificador" al que se le debe, en expresión de Julián Marías, "la gratitud por el infortunio evitado".

En un día en que todavía coleaba el último enfrentamiento del Partido Nacionalista Vasco con el Gobierno central y aún estaba presente el requerimiento de Jordi Pujol para financiar el déficit de la Sanidad catalana, Suárez recordó que "en la Constitución a nadie se le impuso una idea de España". Porque en la transición democrática se hizo un esfuerzo colectivo para construir una España "donde todos pudieran sentirse a gusto".El ex presidente del Gobierno recordó que todas las comunidades autónomas vieron reconocido su derecho a tener estatutos de autonomía, y todos se encuentran aprobados y en gran medida desarrollados. Pero reconoció que no se trata de una obra acabada, y que la evolución de España ha sido y es una obra común de todos, como quedó resaltado en la transición.

Suárez subrayó la unidad de España basada en el respeto a los grupos y comunidades en pie de igualdad y glosó, con citas de Sánchez Albornoz y de Julián Marías, la cimentación de esa unión a través de los siglos, que hace que "la realidad de España tenga la enorme fuerza de los grandes hechos históricos". Hasta tal punto quiso enfatizar estas reflexiones que, para darles pie, afirmó que meditar sobre la esencia de las cosas "nos lleva inevitablemente a la idea de España". Algo que para él, relató, ha sido guía y señalamiento de su trayectoria política y personal. "Por eso agradezco especialmente que el premio se me entregue por los servicios prestados a la España en libertad".Suárez, orgulloso de unas raíces abulenses que han marcado su modo de entender la vida y de comprender que "una vida sólo se justifica por una obra" reivindicó la hidalguía como el supremo título de valor que desea ostentar. El ex presidente apeló a que en Castilla y León "la pasión por España y la libertad son un sentimiento común", y recordó que fue en la tierra castellano-leonesa donde aprendió que el acierto no se consigue de inmediato y sin esfuerzo.

El ex presidente del Gobierno aseguró que el amor por la libertad, la voluntad de convivencia democrática y los valores de la transición que él pilotó siguen intactos y vigentes, y aprovechó para destacar que en ese proceso de la dictadura a la democracia los Gobiernos centristas se esforzaron en conseguir una España "en la que todos los pueblos que la constituyen, todos sus hombres y mujeres, pudieran afirmar, con holgura política, social y cultural, su personalidad y sus peculiaridades". Sin entrar en recetas políticas concretas, Suárez concluyó su intervención con la afirmación: "Si los españoles confiamos en nuestro esfuerzo solidario, si nos ponemos manos a la obra, seremos capaces de encauzar y superar los problemas que tenemos".

El ex presidente del Gobierno acudió al homenaje acompañado de su esposa, Amparo Illana, su hijo Adolfo y su hija Marián. Entre los asistentes se encontraban el ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo, el presidente del Consejo de Estado Íñigo Cavero, el Gobierno regional, el Ayuntamiento de Valladolid y los presidentes de numerosas Diputaciones provinciales.

Tras la entrega del premio, Suárez fue invitado a un almuerzo, al que no asistió José María Aznar, como estaba previsto, por tener que atender en Madrid otros asuntos.