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"'Reivindico el pudor a la hora de expresar los sentimientos"

Secretos del corazón es una película en la que casi todo lo que ocurre ni se ve ni se cuenta. La mayoría de los conflictos están detrás de las puertas por las que, a hurtadillas, se asoma el protagonista, un niño de ocho años (Andoni Erburu) obsesionado por unos miedos que vence para saber quién es él y quiénes son los miembros de su familia. Pero Secretos del corazón, situada en la España de los años sesenta, no es la historia de un niño, según su director y escritor, el cineasta navarro Montxo Arméndariz, de 48 años. "El verdadero protagonista de la película son los sentimientos de los adultos", añade el director de este filme, que se estrena mañana en Madrid, el viernes en Barcelona y el 11 de abril en el resto de España y que está interpretado por Carmelo Gómez, Silvia Munt, Vicky, Peña y Charo López, y los niños Andoni Erburu, Alvaro Nagore e Iñigo Garcés."Los sentimientos están vistos desde el punto de vista de un niño porque ése es el punto de vista que a mí, me permite elegir una forma de contar las cosas poco explícita, incluso pudorosa, que me permite obviar muchas cosas e incluir otras. Porque hoy, cuando cualquiera sale en la televisión llorando y diciendo a quién quiere y a quién odia, no está mal reivindicar un poco de pudor y contención a la hora de expresar los sentimientos". Y el cineasta añade: "Con esta película quería ver si se podía seguir emocionado con una mirada o con un gesto, con esas cosas que se están perdiendo".

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"Sabía la dificultad que encerraba hacer una película cuya acción recae en la mirada de un niño y en la que lo que ocurre son unos sentimientos que se pueden intuir pero no ver", continúa Armendáriz. "La película sólo se podía hacer desde la interpretación, con un tono y un clima muy ajustado, desde miradas y gestos que no se salieran de contexto y desde una planificación muy cuidada. Sabíamos, o mejor dicho, teníamos la intuición, de que si eso funcionaba la historia funcionaría; si no, la película se hubiera quedado en nada porque prácticamente no hay nada más".Todo eso que se ve sin verse (pasiones prohibidas, hijos bastardos, suicidios, alcoholismo, mujeres maltratadas, soledad ... ) logró que Secretos del corazón arrancara la mayor ovación de la prensa acreditada en el pasado Festival de Berlín, y que el filme lograra el prestigioso premio, Angel Azul de la Academia de Cine Europea.

El guión de la película, escrito hace casi seis años, anduvo sin éxito entre las manos de varios productores españoles. Finalmente, Andrés Santana e Imanol Uribe se hicieron cargo de un filme que ha costado 270 millones de pesetas y que se rodó el pasado otoño. "Queríamos trabajar con Montxo y en principio teníamos pensado rodar con él otra historia. Pero un día nos enseñó este viejo guión y al leerlo nos decidimos por él", recuerda Uribe. "Llena de orgullo ver que te has golpeado trescientas veces contra muchos muros por algo que merecía la pena", añade Armendáriz, un cineasta al que -con su aspecto entre viejo rockero y profesor de yoga- ni se le llena la boca hablando de sus películas (Tasio, Historias del Kronen, 27 horas) ni necesita demostrar que su humildad es sincera.

Según el cineasta, la película no es autobiográfica en el relato pero sí en el ambiente que refleja. "La idea surgió una noche en el año 1987, cenando con unos amigos nos pusimos a recordar cómo había sido nuestra infancia, recordamos las cosas que nos asustaban y cómo, después, al conocerlas, descubríamos que eran tonterías. A través de aquellos recuerdos escribí lo que fue el primer borrador de esta película".

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Montxo Armendáriz eligió a Andoni Erburu entre más de 3.500 niños de colegios de Madrid y Pamplona. El niño -que aparece en prácticamente todos los planos de la película- logró finalmente el papel cuando en la prueba de selección, en la que les pedían que contaran ante una cámara una historia o una película, se lanzó a relatar con todo detalle la película Tiburón."La contaba plano por plano", cuenta Armendáriz. "Le pedimos que parara, que era suficiente y él nos contestó: 'Es que todavía no he terminado"'.

También fue decisivo, según el cineasta, la actitud de los padres, que condicionaron la participación de su hijo a que no se fomentara su vanidad y a que el trabajo fuera un aprendizaje de lo que es un rodaje y de lo que supone trabajar en un medio como el cine.

Según explicó ayer Andoni Erburu en la presentación del filme en Madrid, lo más difícil del rodaje fue fingir que lloraba. "Es que no podía, no me salía". "¿Y cómo lo solucionaste?, le preguntaron. Erburu, pidiendo permiso a su director para descubrir su secreto y contestar a la pregunta, dijo muy serio: "Pues con colirio".

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