El reducto de los servicios
El equipo de Rodrigo Rato ha encarado con euforia la evolución del IPC. El que la tasa anual de inflación se haya situado en el 2,5%, se cumpla por primera vez con el objetivo de precios de Maastricht, la inflación subyacente haya descendido de forma más que notable y, en fin, los pronósticos aseguren que continuará la reducción inflacionista, son hechos suficientes para explicar esa euforia. Pero no todas las direcciones del horizonte de la inflación muestran un panorama tan plácido.La inflación de los servicios se mantiene enquistada en el 3,4% (el 3,6% si integramos los alquileres). Este es un dato preocupante porque revela el fracaso de las liberalizaciones propuestas por el Gobierno en junio de 1996. Estas liberalizaciones de juguete son además el único atisbo rastreable de política económica del Gobierno; porque la idea de privatización ya fue puesta en práctica por los gobiernos anteriores y en cuanto a la política de ajuste fiscal y regulación monetaria, ahí están los criterios de convergencia para evitar el desviacionismo macroeconómico.
La persistencia de unos servicios inflacionistas preocupa a los analistas oficiales, pero se confia implícitamente en que una reducción salarial inducida por el descenso de la inflación rompa tal enquistamiento. Gran parte de los costes de los servicios son salariales. Pero es que, además, a partir del mes de mayo el IPC mensual deberá ser referido a tasas de inflación ya muy bajas de los meses correspondientes de 1996. Por eso, el Gobierno espera dos meses más de cifras buenas de precios y se mantiene expectante hacia lo que ocurrirá después.
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