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OTRO GOLPE A LA PAZ

Un soldado jordano abre fuego a discreción contra un grupo de colegialas israelíes y mata a siete niñas

,La idea era aprovechar una maravillosa jornada primaveral para pasear por la frontera más tranquila de Israel y contemplar el apacible paisaje del mundo rural árabe justo al otro lado del río Jordán. Por eso, ninguna de las jóvenes del colegio Feirst del pueblo israelí de Belt Shemesh se sintió confundida hasta que tronaron los disparos del fusil de un soldado jordano. Siete adolescentes israelíes cayeron abatidas a tiros y otras ocho se recuperaban anoche en varios hospitales tras la trágica excursión a la llamada Isla de la Paz, un promontorio de Galilea donde se unen los ríos Jordán y Yarmuk.

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Un asesino sin cara ni nombre

En virtud del tratado de paz entre israelíes y jordanos de 1994, Naharayim, era hasta ayer un escaparate de intenciones políticas entre enemigos que enterraron el hacha a instancias de Estados Unidos. Técnicamente parte del territorio jordano, la isla era un microcosmos de coexistencia pacífica entre soldados de Jordania e Israel y, como tal, un ejemplo para las nuevas generaciones. Los israelíes no necesitaban pasaporte.El asesinato de las colegialas israelíes se produjo con la velocidad que permite el fusil automático M-16 que uno de los centinelas jordanos comenzó a accionar desde la torre de observación, primero, y luego a quemarrompa. "El soldado se lanzó corriendo al grupo de chicas, sin parar de apretar el gatillo. A una de las chicas que trataba de regresar al autobús le dio un disparo en la cara. El asesino estaba a menos de un metro de la chica. Fue horroroso", dijo un turista israelí que sollozaba bajo la torre de observación, donde, la bandera jordana seguía ondeando horas después de la matanza.

Un capitán jordano, a quien le encargaron cerrar el paso a los periodistas y cumplió con su misión de dar la menor información posible del asesinato, fumaba un cigarrillo en el puesto de control.

"Todo fue muy rápido", dijo dándole una fuerte calada a su marlboro. Se excusó de decir si conocía al soldado que cometió la matanza. Tampoco quiso decir si era cierto lo que se rumorea: que el asesino tenía el apodo de majnún, la palabra árabe para loco.

Lo que sí parecía evidente ayer era que tras la matanza ningún soldado jordano en la Isla de Paz tiene balas. Los cariacontecidos centinelas jordanos apostados a la entrada se paseaban con fusiles a los que se les había extraído el cargador. Fue sin duda una orden nueva. Cuatro testigos dijeron a EL PAÍS que el asesino tuvo tiempo para cambiar su cargador cuando se le acabaron las 30 balas del primero. Iba a continuar disparando cuando fue reducido por otros soldados jordanos que le arrebataron el fusil.

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En el vaivén de ambulancias, periodistas, rabinos, familiares de las víctimas, pacifistas israelíes y palestinos, resultaba claro que el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu no piensa pasar por alto el detalle de que la matanza de ayer ocurrió días después de advertencias (algunos periódicos hablan de "amenazas") del rey Hussein en sentido de que la crisis en las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos iba a generar "una explosión". El diluvio de condolencias que llegaba anoche a Jerusalén neutralizó, al menos momentáneamente, la agria controversia que se suma a las tensiones entre Israel y Jordania. El primer ministro Netanyahu ha desmentido categóricamen te una versión del periódico estadounidense The Washington Post según la cual en altos círculos oficiales israelíes se atribuye la iracunda retórica jordana ante el callejón sin salida con los palestinos a una manifestación de la "inestabilidad mental" del rey.

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