Acuerdo posible

TRAS DOS meses de intensas negociaciones y varias amenazas de ruptura, empresarios y sindicatos han llegado a un principio de acuerdo sobre la reforma laboral. Este acuerdo marco debe articularse ahora en un texto conjunto para integrar y pulir los puntos pendientes de negociación, que no son pocos y que darán pie a nuevas desavenencias, aunque las distancias se han ,acortado sensiblemente. El proceso de negociación entra así en su recta final con muchas probabilidades de alcanzar un acuerdo que, cuando llegue a concretarse, habrá sorteado muchas presiones y, lo que es más importante, la tentación de una reforma unilateral. Los criterios que se han impuesto entre los negociadores son razonables y practicables. Buscan principalmente aumentar la estabilidad en el empleo para recobrar la confianza de los ciudadanos. Los sindicatos han admitido a cambio, con muchas cautelas, el principio de abaratar los costes de despido para determinadas contrataciones nuevas y clarificar las causas objetivas de despido. Todo ello permitirá a los empresarios ahorrar dinero y tiempo cuando la situación obligue a realizar ajustes de plantilla.

La piedra angular del preacuerdo es la creación de un nuevo contrato indefinido, destinado a los jóvenes o a los grupos de parados con dificultades especiales de contratación, que tendrá una indemnización por despido improcedente menor que la de los contratos indefinidos, que se mantiene en 45 días por año. Las dificultades para llegar a un acuerdo en torno, a este nuevo modelo de contrato marcan los límites de una reforma Posible mediante un pacto entre los agentes económicos. Aunque resulta prematuro analizar en profundidad estas bases para un acuerdo, sobre todo mientras no se llegue a un texto final, hay que celebrar que el acuerdo sea posible e inminente. Como en toda negociación, es probable que ninguna de las partes quede del todo satisfecha, pero en este momento parece La mejor salida frente a reformas impuestas por otras vías.