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Aznar asegura que no busca pulsos políticos con ningún grupo pero que tampoco los admite

El presidente del Gobierno, José María Aznar, manifestó ayer que no admite pulsos "ni está dispuesto a aceptar las presiones de ningún grupo". En su mitin de Ávila, con el que celebró el primer aniversario de la victoria electoral de su partido, hizo gala de haber ejercido en lo que lleva de mandato una política centrista. En su haber triunfal destacó también la buena marcha de la economía y la política dialogante en materia social y autonómica, y apuntó como objetivo fundamental de su Gobierno la participación de España en la primera división europea. Le aclamaron más de 5.000 personas.

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Aznar, en una intervención de unos 50 minutos en el polideportivo San Antonio, evitó referirse a cualquier sombra del primer aniversario de su victoria. Ni siquiera hizo referencia a su amargura aquella noche del 3 de marzo de 1996, cuando tuvo que alterar sobre la marcha sus planes iniciales, pensados para una mayoría absoluta, y plegarse a una política de acuerdos con los nacionalistas. En su mitin sólo habló de las virtudes de su mandato, de la política de diálogo con los nacionalistas, pero para nada de la necesidad que le obligó a ejercerla: la minoría mayoritaria. "Yo no lamento nada del 3 de marzo. Tuvimos la mayoría que queríamos. Y nos dijimos: 'Ahora vamos a gobernar el país" Para este año, por ejemplo, auguró la creación de 250.000 empleos netos como resultado de su política.El presidente del Gobierno trató de convencer a sus oyentes de que el diálogo es el instrumento de su política, a la que calificó de "centrista". "El PP ha sabido demostrar su madurez. Ha demostrado su solidez y su centrismo. Sólo un partido centrista podía haber conseguido los pactos que nos han llevado al Gobierno y haber iniciado una política de diálogo y de estabilidad como la que hoy tenemos en España".

Trató de fijar la idea de estabilidad tanto de su Gabinete como de su partido. No sólo reafirmó la estabilidad de su pacto con los nacionalistas, sino que aseguró que no tiene previsto por ahora, frente a numerosos rumores, ningún cambio en el Ejecutivo. También alabó la estabilidad del partido, al que homenajeó por "su altura de miras", en clara referencia a su asunción de los pactos con los nacionalistas hace un año. "Supimos encontrar campos de acción común", rubricó el presidente.

Retomó el discurso electoral de hace un año, el de la regeneración democrática para comprometerse, como entonces hizo, a limitar su presidencia de Gobierno a sólo dos legislaturas como máximo si las urnas revalidaran su mandato. "La política no puede ser una obsesión personal. El problema del poder es que cuanto más se está en él, más tiempo aún se quiere estar. Por eso hay que limitarlo". Pero no hizo referencia a su política de nombramientos. Concretamente no habló para nada de la designación del polémico director de RTVE, Fernando López-Amor.

Aznar alardeó de responsabilidad y transparencia como estilo de Gobierno. En este contexto, reivindicó el respeto a los equilibrios de la sociedad, y manifestó: "Por eso no estoy dispuesto a aceptar presiones de ningún grupo. El Gobierno no se toma la política como un pulso, pero tampoco los admite". "Este Gobierno no acepta ningún privilegio de épocas anteriores que trate de condicionarle. Este Gobierno defiende los intereses generales. Quien dirige España es el Gobierno, que es quien tiene la legitimidad".

Su gran reto, dijo, es la incorporación de España a la primera división europea. Y dio a este objetivo un rango histórico. "Terminamos el siglo pasado mal; podemos comenzar el nuevo con fortaleza, en condiciones completamente diferentes. Por primera vez España puede no perder el tren de la historia, ser fundador de la nueva Unión Europea y mostrarse optimista ante su futuro". Insistió en el reto europeo como el fundamental de su Gobierno al asegurar: "De ello depende el bienestar del empleo y el futuro de España".

Aznar tuvo en Ávila varios teloneros especiales, pero volvió a ser el vicepresidente Francisco Álvarez Cascos el que imprimió el tono más agresivo, sobre todo contra el PSOE. Cascos recordó que los socialistas ironizaron, en la campaña del 96, con que el programa del PP lo prometía todo. Y tronó: "Ellos decían que las promesas del PP eran la cuadratura del círculo. Pues el Gobierno Aznar lo ha conseguido en 10 meses". Enseguida relató cuáles son, según su criterio, los lados que cierran ese círculo cuadrado: "Aznar ha subido las pensiones por encima del IPC, ha reducido el déficit, ha empezado a bajar los impuestos, sobre todo los de los pobres, y ha creado empleo". "Hemos cuadrado las cuentas del Estado", enfatizó.

El vicepresidente proclamó que el Gobierno está cumpliendo lo prometido en su programa y lo pactado con sus socios nacionalistas, pero sobre todo se preocupó por desmarcar el estilo del Ejecutivo de Aznar del de su antecesor, Felipe González. Subrayó que el PP en 10 meses ha constituido 12 ponencias y comisiones en el Congreso y el Senado, frente a 25 y 12 del PSOE en tres años. También que Aznar ha recibido ya a todos los presidentes autonómicos, mientras González ni los citaba.

El presidente de Castilla y León, Juan José Lucas, uno de los muchos dirigentes territoriales que acudieron a Ávila junto a los ministros Javier Arenas, José Manuel Romay, Isabel Tocino y Margarita Mariscal, refrescó los sufrimientos que padeció con el PSOE y aprovechó esa excusa para relatarle a Aznar las asignaturas pendientes de su región, sobre todo en carreteras.

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