Ni almuerzo en la capital ni visita a la Virgen
José María Aznar aprovechó ayer la celebración del primer aniversario de la victoria electoral del PP para saldar una deuda de afecto con su mentor político, el médico abulense Feliciano Blázquez, en el Parador de Gredos. Eso sí, sus asesores decidieron jugar al escondite con su agenda una vez abandonó La Moncloa. Primero difundieron unos cuantos restaurantes de Ávila capital donde se habían reservado mesas para despistar a los periodistas. En uno incluso se habían encargado unas típicas patatas revolconas y unas judías.Pero el presidente del Gobierno no acudió a ninguno de ellos. Compartió mesa y mantel en familia, tal y como le había prometido hace tiempo a Blázquez y a su esposa, pero a 60 kilómetros de la capital, en Gredos.
También se alertó a los periodistas de que por la tarde, a las seis, acudiría a rendir homenaje a la Virgen de Nuestra Señora de los Sonsoles, una ermita a cinco kilómetros del casco urbano. Allí, sobre una colina que domina la ciudad amurallada, no apareció en esta ocasión el presidente. Sí lo había hecho muchas veces en momentos importantes de su carrera, para rezar y pedir deseos. La tradición asegura que la imagen concede la gracia solicitada si se acude al santuario andando y se pasa bajo su manto.
Ángel y Carmen, los padres de Ángel Acebes, ex alcalde de Ávila y actual coordinador del PP, recordaban ayer agradecidos en la primera fila del polideportivo municipal de Ávila el día en que su hijo tomó posesión de la alcaldía y Aznar se ausentó del pleno para rezar por él en esa ermita. Ayer el presidente, al parecer, no quiso pedir nada a la Virgen. Dos vecinos de Sanchonuño, sin embargo, sí se acercaron allí para reclamarle con una pancarta un maestro para su pueblo.
Por otra parte, la alcaldesa de Ávila, Dolores Ruiz-Ayúcar, presentará hoy una denuncia en comisaría contra diez jóvenes por los carteles y las pintadas aparecidos ayer en varios edificios públicos y en el propio polideportivo donde se celebró el mitin del PP, informa Carlos de Miguel. Los carteles no iban firmados y criticaban a Aznar, a Ángel Acebes y a la propia alcaldesa. Las pintadas las rubricaba el grupo ultraderechista Patria Libre y decían "Aznar, España no se vende".
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