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El partido de Major quiere privatizar el metro de Londres tras las elecciones

El metro de Londres, la última muestra de transporte público británico de cierta envergadura, será privatizado por el próximo Gobierno conservador si los tories consiguen alzarse con un quinto mandato en las elecciones generales previstas para mayo. El ministro de Transportes británico, George Young, explicó ayer en la Cámara de los Comunes que la venta del metro, por líneas o en bloque, a una sola empresa -la fórmula no ha sido aún decidida- servirá para convertirlo en "la red del milenio".

Los tories esperan obtener entre 276.000 millones y 460.000 millones de pesetas con la venta del más antiguo y, posiblemente, el más caro y deteriorado de los metropolitano del mundo.Los usuarios de la Northern Line, conocida en términos coloquiales popularmente como la misery line, saben lo que significa el término "falto de fondos". La Northern, es una de las líneas más afectadas por la falta de inversiones que ha sufrido el metro de Londres durante la última década.

El famoso tube, algunas de cuyas líneas funcionan desde hace 130 años, necesita 230.000 millones de pesetas para reparar las mil y una goteras de la inmensa red que recorre las en trafias de Londres. Sin embargo, la política conservadora de recorte de inversiones públicas se ha saldado en los últimos cinco años con abrumadoras restricciones para el metro, que transporte a diario a más de un millón de personas. El presupuesto del metro en 1992, el año en el que John Major llegó al Gobierno era de 189.290 millones de pesetas. Cinco años después, la suma destinada al transporte subterráneo se ha reducido más de la mitad. Las perspectivas para 1999 no son mejores, se esperan nuevos recortes. El presupuesto estimado será de 31.050 millones, un quinto del de 1992.

La propuesta de privatización del metro, incluida en el manifiesto electoral del Partido Conservador, recibió ayer un duro varapalo de los partidos de oposición en el Parlamento. El portavoz laborista de transporte, Andrew Smith, criticó una medida "a medio cocinar" que no representará ningún beneficio para el usuario. Después de la venta de British Airways y la privatización fragmentada y caótica de los ferrocarriles, con la venta del metro de Londres caería en manos privadas el último bastión del transporte público británico.

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