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CHINA PREPARA SU FUTURO

Jiang Zemin se muestra como un duro y veta al reformista Zhao del funeral de Deng

Zhao Ziyang, el que fuera reformista secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh) hasta los sangrientos sucesos de Tiananmen en 1989, no ha sido autorizado a formar parte del comité organizador del funeral de Deng Xiaoping que se celebrará mañana en Pekín. La familia del fallecido patriarca y el presidente, Jiang Zemin, se han negado a satisfacer el deseo expresado de Zhao, quien vive retirado de la actividad política tras un periodo de arresto domiciliario. Hoy, en la más estricta intimidad, Deng será incinerado en el cementerio de Babaoshan, al este de Pekín. La urna con sus cenizas se expondrá 24 horas más tarde en el Gran Palacio del Pueblo, en una sencilla ceremonia al que asistirán 10.000 dignatarios chinos. Ningún ciudadano extranjero ha sido invitado al acto.

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La historia es cruel con Zhao Ziyang. Fuentes no oficiales aseguran que fue el propio Deng Xiaoping quien dio orden en vida de impedir la participación de Zhao en sus exequias por no haber sido capaz de desactivar la protesta estudiantil que desembocó en el sangriento aplastamiento de Tiananmen. El fallecido líder no perdonó al que entonces era su delfín por estimar que fue demasiado comprensivo con los estudiantes. Zhao, de 76 años, una vez despojado de su cargo de secretario general del PCCh, se negó a hacer autocrítica por sus supuestos errores ante el comité central, lo que provocó la ira de Deng y del que a partir de entonces iba a ser su nuevo hombre de confianza, Jiang Zemin.La comisión fúnebre, compuesta por 450 miembros del partido, está presidida por Jiang, que es el que está velando con enorme cautela que nada se escape del guión. Paradójicamente en esa lista figura Hua Guofeng, el ex presidente y líder del partido a la muerte de Mao Zedong y quien dos años después iba a ser purgado por el propio Deng. Tampoco está incluido en esa lista de notables Deng Liqun, que en tiempos fue responsable de la propaganda del PCCh y elaboró muchos de los discursos del fallecido patriarca, por haber criticado el viaje de éste al sur del país en 1992, en el que instó a proseguir la reforma económica.La incineración de hoy coincidirá con la visita del presidente de Portugal, Jorge Sampaio, y la de la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright. Ésta decidió recortar a sólo 24 horas su primera visita oficial a China desde que asumió el cargo para no estar presente el día del funeral, al que no asistirán extranjeros. Sampaio, a su vez, viene a hablar de los preparativos sobre la devolución de Macao, prevista para 1999. El Gobierno chino no ha querido que se suspendieran estas citas ni tampoco que se pospusieran a una fecha más lejana por la importancia de transmitir fuera y dentro del país un clima de tranquilidad.

Entretanto, la unidad en torno a Jiang solicitada por exponentes de diversos sectores claves ha sido puesta en entredicho por la presunta ala más izquierdista del partido, que ha difundido un comunicado en el que califica a la reforma económica de Deng de ser un factor desestabilizador que acabará con el derrumbe del marxismo y del comunismo en China. El panfleto está firmado por Deng Liqun.

Ni la televisión ni la radio oficiales recogen el contenido de este documento ni comentan la ausencia significativa de Zhao en la comisión fúnebre. El telediario de anoche abría las noticias con Rong Kong. Un sobrio presentador vestido de luto comenzó el boletín con el anuncio de que ya sólo quedan 122 días para la histórica devolución de la todavía colonia británica. Está claro que se quiere inyectar optimismo a la población en, un momento delicado. Y el orgullo de lo que representa esa fecha está reflejado en el reloj gigante instalado en la plaza de Tiananmen.

Una y otra vez la televisión recoge testimonios de particulares sobre la vida de Deng. Nadie se atreve a hacer algún comentario crítico. El sentimiento de cariño y de respeto que de muestran en sus opiniones los entrevistados contrasta con la indiferencia absoluta con que los ciudadanos de Pekín reaccionaron ante el anuncio de un festival de películas locales dedicado exclusivamente a Deng, que iba a ser exhibido durante una semana en los cines de la capital. La respuesta popular fue tan escasa que sus organizadores se vieron forzados a retirar las películas de las salas de cine.

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