Kim Novak, uno de los grandes mitos del erotismo, recibe un Oso de Oro por su carrera
Con 'Shampoo horns' y 'Familia' finaliza la satisfactoria participación española
Con la presencia (ayer) de Kim Novak, de origen checo y estrella del cine norteamericano en los años cincuenta, y la evocación (mañana) de Louise Brooks, norteamericana y estrella del cine alemán en los años veinte, la Berlinale celebra este año su ritual convocatoria a la nostalgia. De la primera, premiada con un Oso de Oro por su trayectoria, se proyectó una versión restaurada de Vértigo (1958), de Alfred Hitchcock, y de la segunda, La caja de Pandora (1928), la más refinada de sus colaboraciones con G. W. Pabst. Entre una y otra, Shampoo horns (Manuel Toledano) y Familia (Fernando León) cerraron la satisfactoria aportación del cine español.
ENVIADO ESPECIAL
Con alrededor de 60 años, vestida con una severa mezcla de azules y negros y la cintura más de muchacha que cuando lo era; moviéndose con pasos al mismo tiempo largos y cautelosos; mucho menos carnosa que en sus tiempos de esplendor y sin que se perciban -salvo tal vez cuando se pone de perfil, del que por eso huye- muecas de la máscara mortuoria que los estiramientos de piel crean en las viejas bellas que quieren a cualquier precio (incluido el de su hermosura evolucionada) seguir pareciendo jóvenes, Kim Novak se mostró ayer aquí mucho más vivaracha y locuaz que los calmosos y lacónicos personajes que la hicieron mundialmente adorada hace ahora entre 40 y 30 años.Los más grandes personajes de Kim Novak son mitad de campesina asustada y enmudecida por la ciudad y mitad de misteriosa esfinge, de prostíbulo, como la melancólica Madeleine, obrera que se convierte en aristócrata, de Vértigo, la Venus pueblerina Magde de Picnic (Joshua Logan), la puta sentimental de Bésame, tonto (Billy Wilder) y la gata con poderes de Me casé con una bruja (Richard Quine).
Fiera amistosa
Algo de estas leyendas eróticas del cine sobrevive todavía en la mirada frontal de esta guapísima señora entrada en años, que sabe que sus ojos mantienen el destello de fiera amistosa, suave y mansa con que jugó en la ficción y sabe usarlo. Para ello se mueve sin brusquedad, pero sin parar en busca del tacto de las zonas de calor de los focos que intuye que la convienen. Tiene muchas tablas. Camina la actriz con la nuca muy erguida, para poder mirar de arriba abajo; sus anda-res largos han ganado en firmeza lo que han perdido en ondulación; y parece que rema en el aire con un aleteo suave de las manos, muy sueltas, que Contrasta con la, quieta posición de firmes que solía ordenar a sus estatuas cinematográficas., Contó ayer Kim Novak algunas cosas. Recordemos ésta: "No tengo la impresión de haber sido una estrella creada por Hollywood. Pero tampoco creo que yo me hiciera a mí misma. Pienso que lo que me ocurrió es una combinación de las dos cosas simultáneamente. Pero me resultaba muy duro oír a la gente hablar de 'esa estrella prefabricada'. ¡Si hubieran sabido los que decían eso hasta qué punto me esforzaba en no serlo!".
La gran Louise Brooks sí que era una gran estrella del cine fundacional norteamericano que se hizo a sí misma. No, soportó las duras leyes que el estrellato de Hollywood imponía a sus elegidos, convirtiéndoles en víctimas, y huyó de allí. Era una mujer de asiado libre e inteligente para dejarse atar por nada ni por nadie. Más tarde se ató a un hombre, G. W. Pabst, pero con libertad recíproca, y de su unión con él surgió la cumbre de Lulú, convertida en La caja de Pandora, película legendaria pero cuyos negativos se perdieron y ahora ha sido reconstruida fotograma a fotograma a partir de varias opias positivadas en mal estado de una copia incompleta, pero mucho mejor conservada, que se encontró recientemente en los depósitos de la cinemateca de Moscú. El formidable filme vuelve a estrenarse en Berlín, donde tuvo lugar su primera proyección hace ahora 68 años.
Hizo la adaptación a la pantalla del drama de Franz Wedekind un joven guionista húngaro llamado Ladislaus Vajda que, después de la II Guerra Mundial, castellanizó su nombre y se instaló en el cine español, donde hoy ocupa uno de sus capítulos más eminentes: Séptima página, Tarde de toros, Marcelino Pan y Vino, Mi tío Jacinto, El cebo.
Más allá del tiempo
Sobre el texto de este futuro gran cineasta español, Pabst hizo su más célebre obra y Louise Brooks alcanzó lo que de esta forma describe el historiador Klaus Kreimeier: "Según dice Henri Langlois, Louise Brooks es la actriz moderna por excelencia, porque está situada más allá del tiempo, como las estatuas de la antigüedad, encarnando la naturalidad y la simplicidad absolutas".Kim Novak y Louise Brooks representan en la historia del cine dos formas, aparentemente antitéticas, de erotismo. En la primera resalta la animalidad y la mansedumbre; en la segunda, la inteligencia y, la ironía sublevada. Pero hay un punto de confluencia entre ambas: esa aludida simplicidad absoluta con que una y otra alcanzaron a transmitir sensualidad sin necesidad del actual exceso demostración, con pudor incluso, casi castamente.
Babelia
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