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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Juega en contra

SIN QUE se haya producido ninguna alteración significativa en los fundamentos de la economía, los mercados financieros llevan dos semanas nerviosos respecto a España, lo que está socavando la relativa bonanza en que se había entrado. Los síntomas son claros: gradual elevación de los tipos de interés y del diferencial frente a los alemanes; depreciación de la peseta. Aunque no es fácil establecer una relación causal única, en ese deterioro han influido algunas dudas sobre las posibilidades de acceso de España a la fase final del euro.Las expectativas de integración, que han dado lugar a recientes disminuciones de la prima de riesgo y a una euforia política excesiva sobre la buena marcha de la economía, nunca han estado sustentadas en consideraciones objetivas. Las dificultades para conseguir que un número suficiente de países satisfaga estrictamente los criterios establecidos en Maastricht han situado en el ámbito de la discrecionalidad política la decisión sobre quiénes serán los elegidos. Las insinuaciones extendidas en la reunión de Davos sobre la conveniencia de que España e Italia queden fuera de la UEM en 1999 muestran que la discrecionalidad política puede operar contra los intereses españoles; y los mercados han recogido tal posibilidad castigando la deuda y la peseta.

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En el caso, no tan improbable, de que España incumpla alguno de los criterios de integración tendrá que ser la capacidad de negociación política del Gobierno la que facilite o no el acceso. Esa habilidad de nuestro Gobierno queda seriamente cuestionada por declaraciones como las del vicepresidente Rato, cuando afirma públicamente que la viabilidad de la Unión Monetaria es independiente del número de economías que la integren. Su brindis al sol no es el único motivo de alarma sobre las cualidades políticas o simplemente persuasivas del Ejecutivo de Aznar. Los mercados están penalizando sin duda, aunque sea difícil calcular en qué medida, la insólita disposición del Ejecutivo español para crispar la vida pública y ofrecer una imagen de inestabilidad política y económica.

En lo que va de año, los analistas financieros y los inversores han asistido estupefactos a espectáculos capaces de minar parte de la confianza depositada en un país. Por ejemplo, la facilidad con que el propio Aznar y Rato generan un problema político sin salida en el caso de los 200.000 millones en actas prescritas; o la guerra declarada por el Gobierno, sin precedentes en el ámbito europeo, a una empresa privada de comunicación en el caso de la televisión digital; o la rapidez con que ha roto todos los puentes de negociación con el primer partido de la oposición. No es de extrañar que los que arriesgan su dinero o sus gestores cuenten hasta cien antes de apostar por una peseta integrada en primera ronda en el euro, si ello depende de la finura de Aznar.5 de febrero

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