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Joaquim Verdú da al punto un uso virtuoso

Morago vuelve con ropa para la mujer

El tercer día de la Pasarela Cibeles tuvo sus apogeos en Joaquim Verdú y su extraordinario trabajo sobre el tejido de punto y en el regreso de un establecido Pedro Morago a las colecciones de mujer, tras una larga ausencia en que se centró en la moda masculina. Por otra parte, Antonio Pernas incidió en la actualidad del terciopelo, la piel suave y una monótona insistencia en el arco del color, arena hasta el siena y los secos marrones invernales.

, Casi puede hablarse ya de sintetizar tendencias a los tres días de Pasarela. Joaquim Verdú se lanzó al ruedo con decisión y buen gusto, demostrando su refinamiento en el tejido de punto y esas estolas maravillosas y volátiles a la vez que de abrigo. Se impuso el morado en su escala de bajada hasta el lila, y la piel sintética en cuellos y puños. El largo fue tobillero y los pantalones de concepto recto muy bien cortados. Para la noche, un hábil matrimonio entre el raso gris hasta el suelo y chaquetas ajustadas de terciopelo negro.Pedro Morago cerró el día con su regreso a la colección de mujer, y guarneciendo a las modelos con apuntes coloristas de su colección de hombre. Morago apuesta por el punto grueso, la polipiel (el modista declara: "Nada de animales, ecologistas a tope") imitando con humor serpiente y napa rebajada y una feliz conjunción del crudo y el negro en geometrías que respetan lo simétrico. Para el hombre, color y pantalones marrones de terciopelo, chaquetas de un botón y levitas largas londinenses con jerseis por debajo -una de cal y otra de arena- Al final, novias de hoy y de mañana con brocados en perlas, velos de fantasía y falda cortísima. Antes, Pernas juntó el azul marino con el acero, y mostró pantalones rectos con notables bajos vueltos y mucha piel, para cerrar con una larga serie en negro que en su parquedad parecía propia de El Escorial.

La velada la abrió un doble desfile con Charo Azcona a base de efectistas echarpes de terciopelo o punto grueso y pantalones muy estrechos con curiosos zapatos con galgas, para dar paso a Carmela Rosso (chaneliana en lo doméstico de sus trajes sastre) y que tuvo su mejor momento en una breve serie de oro claro muy de gusto francés.

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