De tres a uno
TRES PRESIDENTES sucesivos o tres presidentes a la vez: hay cierta desmesura presidencial en Ecuador. Pero, finalmente, ese país parece haber entrado en una senda de sensatez. El Parlamento ha nombrado a Fabián Alarcón como jefe del Estado hasta las elecciones que han de celebrarse el próximo año, y el nuevo presidente ha anunciado que derogará las alzas brutales de precios, origen de esta crisis. Es de lamentar que no haya sido la clase política sola la que ha hecho prevalecer la sensatez, sino que para ello, tras la destitución dudosamente legal de Abdalá Bucaram, El Loco, y la breve asunción de poderes por la vicepresidenta, Rosalía Arteaga, haya necesitado un empujón de los militares. Sería deseable que no se consolidase este papel del Ejército como árbitro. Los ecuatorianos han demostrado cierta mano izquierda al dejar que Bucaram iniciara una gira exterior en busca de un improbable apoyo internacional a su persona, que, independientemente de otras consideraciones, parecía empeñada en hacer honor a su apodo.
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