Mas datos sobre el violento nacimiento de las estrellas
, La formación de una estrella es un proceso muy violento, complicado y todavía poco conocido, especialmente en sus primeras etapas, cuando de una nube de polvo interestelar empieza a surgir la protoestrella. Sin embargo, en los últimos 10 años los radiotelescopios han conseguido avanzar mucho en su comprensión y han revelado la complejidad y violencia del proceso en las protoestrellas más jóvenes conocidas, las de clase cero, de las que sólo se ha descubierto un manojo hasta ahora."Un violento flujo hacia fuera de gas a alta velocidad es una de las primeras manifestaciones de la formación de una nueva estrella", recuerda el astrofísico español Rafael Bachiller en el artículo que publica en Annual Review of Astronomy and Astrophysics, una revisión de los conocimientos sobre este fenómeno característico en la formación de las estrellas. Conocido desde los años cincuenta, se trata de un chorro o flujo bipolar que se propaga sobre grandes distancias en el espacio y es más fácil de detectar que otros movimientos dentro de la nube.
Flujos bipolares
Antes se pensaba que una estrella se formaba mediante el colapso gravitatorio de una nube interestelar, con movimientos hidrodinámicos más o menos tranquilos. Pero las observaciones en infrarrojos han mostrado que las protoestrellas de clase cero eyectan flujos bipolares con casi tanta energía como los movimientos de acreción, es decir, que los movimientos de concentración de masa van acompañados de movimientos de expulsión de masa. Este proceso tiene mucha influencia en la masa final de la estrella que se está formando y en la del disco que queda orbitando alrededor suyo y que supuestamente dará lugar a un sistema planetario cuando pasen unos diez millones de años.
Una de las últimas observaciones publicadas ha sido la que han hecho Bachiller, Mario Tafalla y los estadounidenses Jack Welch y Mel Wright con el radiotelescopio del IRAM en Pico Veleta (Granada), sobre un cúmulo de estrellas jóvenes en la constelación del Unicornio.
Sus conclusiones, publicadas en la revista Astrophysical Journal, revelan que en este cúmulo de varios centenares de estrellas, a 3.000 años luz del sistema solar, los vientos eyectados como flujos bipolares por las más energéticas de las estrellas transportan una enorme cantidad de materia que se extiende por una región del espacio de más de veinte años luz de extensión y que contiene más de doscientas masas solares. Este flujo, uno de los más grandes y masivos de los conocidos en estrellas jóvenes, ha horadado la nube interestelar y constituye una buena muestra de cómo se dispersa el gas interestelar a medida que se forman la estrellas hasta que brillan en la luz visible.
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