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Hoy se presenta Maxim Vengerov, un precoz violinista ruso a medio camino entre Mozart y Michael Jackson

, Difícilmente podrá Maxim Vengerov librarse del aura de niño prodigio que le precede, con todas las ventajas y desventajas que eso conlleva.Pero eso no le causa ningún dolor de cabeza. Considerado como uno de los grandes violinistas contemporáneos, este músico ruso de 22 años es uno de los favoritos de los mejores directores de orquesta internacionales, aunque tampoco olvida la música que prefiere su generación. Esta tarde ofrecerá un concierto en Madrid junto al pianista Ígor Uriash, con un programa con piezas de Mozart, Chaikovski, Schedrin y Elgar.

Dio su primer concierto a los seis años; desde entonces ha pasado su vida entre maestros, ensayos y conciertos. "A veces he echado de menos no haber tenido una infancia más normal, jugar como los otros niños, sentirme menos solo. Pero al final pienso que ha sido un privilegio dar tantos conciertos desde tan joven, sentir el aprecio y la fama. Siempre supe que ésa iba a ser mi vida, mi pan y mi agua. Era mi trabajo, y ha sido una suerte tenerlo tan claro desde pequeño". Una vida y un trabajo que ya le tienen previstos 140 conciertos para este año.

El ascenso ha sido relativamente fácil, pero Vengerov no pretende dormir sobre sus laureles. "Cada paso, cada progreso que alcanzo, me dan la impresión de que el camino es mucho más largo y desconocido. Cuanto más sé, en la vida y en la música, descubro que me queda mucho más por aprender. La última vez que me sentí maduro fue a los seis años, cuando actué en Moscú por primera vez. Después olvidé lo que es la perfección, no volví a sentirme en la cima del mundo, fui encontrando muchos desafíos, problemas y también grandes cosas".

Su vida ha sido un constante aprendizaje. Y si bien el perfeccionamiento técnico ha sido su principal objetivo, Vengerov prefiere cultivar la inasible ciencia de la emotividad. "Tuve dos grandes maestros en mi vida. No hay límites para la perfección técnica, pero en cuanto la música toma posesión de ti, dejas de lado cualquier consideración técnica. La técnica depende totalmente de la musicalidad y la interpretación".

El mensajero

"La música es la conexión directa entre el intérprete y el público. Yo soy sólo el mensajero. Hay gente en el público que puede apreciar las virtudes técnicas, y otros que sólo sienten la emoción. La música es sentimiento, por eso el intérprete no puede mentir a su público. En eso consiste el arte", dice.

Su repertorio se ceñía a los clásicos hasta hace algunos años, pero ahora está incorporando algunos compositores contemporáneos. "Me encanta tocar obras desconocidas, como la de Nielsen que grabé recientemente con Barenboim, o el segundo concierto de Shostakóvich, que ya casi nadie toca. Ahora me acerco al repertorio del siglo XXI", dice bromeando. "En el programa de Madrid incluyo una pieza de un autor ruso actual, de Schedrin. La música ha continuado su evolución a lo largo de este siglo, las orquestas y los intérpretes tienen interés en difundirlos, pero el público no siempre lo acepta bien. Yo soy muy cauteloso al escoger compositores actuales para mi repertorio. No porque los rechace, sino porque quiero comprender claramente qué es lo que cada uno ha querido expresar y lo que me dice a mí".

Vengerov es un maestro en su instrumento y un gran conocedor de la música clásica. Pero, según él, también le gusta la música juvenil más popular. "Mi ídolo es Michael Jackson", dice sorprendentemente. "Creo que puedo aprender mucho de él. Me resulta increíble la forma que tiene de transmitir energía sobre el escenario".

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